Jesús les dijo entonces: Dejen de murmurar.
Juan 6,43

Los judíos se ven impedidos de reconocer la divinidad en Jesús. Les resulta inimaginable que alguien cuyos orígenes conocen pueda afirmar que ha bajado del cielo.
Jesús insta a evitar la crítica, ya que comprende que el corazón humano puede ser duro y obstinado, pero también capaz de transformarse gradualmente. Él es consciente de que creer en Él implica conocerlo, sentirse atraído por su presencia y amarlo para poder abrazar su estilo de vida.
Hoy enfrentamos una situación similar. ¿Cuántas personas aún dudan de la divinidad de Jesús? Resulta desafiante reconocer la presencia de Dios en medio de crisis, ansiedad, injusticias y otros desafíos. A menudo, nos cuesta trabajo abrazar su enseñanza y mensaje, pues la fe requiere conocer a fondo a Jesús y amarlo.
¿Y qué decir de la murmuración? Es uno de nuestros puntos más vulnerables. Siguiendo las palabras de Luis A. Zazano, destruimos mucho con nuestras palabras afiladas. Desde temprana edad, empezamos en la escuela con esta costumbre. Luego, llevamos adelante el chisme de vecinos y compañeros de trabajo. Incluso la Iglesia y el Pastor no quedan exentos de nuestras lenguas venenosas; siempre estamos murmurando. ¿A cuántas personas habremos alejado con este perjudicial testimonio de la Iglesia? ¿A cuántos hemos cansado con chismes y habladurías? Hagamos un esfuerzo por combatir el chisme desde adentro de la Iglesia…
Las palabras de Jesús tienen el poder de sacudir nuestras conciencias, llevándonos a vivir de manera distinta. Necesitamos reservar tiempo para reflexionar sobre ellas y aplicarlas en nuestra vida diaria. Así comprenderemos que Jesús es el Pan descendido del cielo, destinado a nutrirnos y colmarnos de vida.
Aquellos de nosotros que lo conocemos y seguimos debemos ser portadores de la presencia de Dios como un pan visible, compartiéndolo generosamente para que nunca falte en ninguna mesa. Así, la humanidad sea cada vez más solidaria.
“Cuida tu alimento espiritual para no caer en una desnutrición espiritual, Jesús fortalece el corazón.” (Luis A. Zazano)

Mónica Rockembach

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