Domingo 11 de febrero

Último domingo después de Epifanía
De la nube salió una voz, que dijo: “Éste es mi Hijo amado: escúchenlo”
Marcos 9,2-9

Jesús interrumpe la rutina diaria de sus discípulos y se lleva a tres de ellos a una especie de retiro (ver Marcos 9, 2-9).

Tomando distancia de la rutina diaria, logramos ver las cosas de otra forma. En la cima del cerro, los discípulos reconocen conexiones: lo que está escrito en su Biblia, en la ley, representada por Moisés; y en los profetas, representados por Elías, tiene que ver con Jesús.

Y ya quieren ponerse manos a la obra y dar vida a un proyecto: un campamento con Jesús, Moisés y Elías para capturar y asegurar este momento maravilloso. Una linda idea, pero las cosas más importantes, más profundas, no pueden ser capturadas, encerradas y conservadas.

Y de repente, desaparecieron Moisés y Elías, quedando sólo Jesús. Y escuchan una voz de lo alto que confirma: “Éste es mi hijo amado, escúchenlo.”

El retiro llega a su fin. De las alturas maravillosas hay que bajar a la rutina diaria. Pero Jesús los acompaña al descender del cerro. Y en sus corazones sigue resonando la voz divina: “Éste es mi hijo amado, escúchenlo.” Y también: “Vos sos mi hijo, mi hija amada.”

Tiempos especiales, como en un retiro, son pasajeros. Pero al volver a la rutina diaria, nos puede acompañar esta certeza de que Jesús anda a mi lado, que soy amado. Quiero escuchar su voz.

Kurt Herrera
Marcos 9,2-9
Palabra clave: escuchar su voz
Kurt Herrera
Secretario
Desarrollo Internacional de Iglesias
Cooperación Ecuménica con Brasil y Perú
k.herrera@elm-mission.net
Obra Misionera Evangélica Luterana en la Baja Sajonia (OMEL)
Georg-Haccius-Str. 9, 29320 Hermannsburg, Alemania

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