19° domingo después de Pentecostés, 28° en el año

 

Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?

Mateo 22,12

Es siempre agradable recibir una invitación a una boda. La participación en la fiesta de un casamiento es un evento especial. Por eso siempre nos preparamos muy bien para tales eventos. Buscamos estar no solo muy presentables sino también elegantes.

Pero el versículo bíblico de hoy, es una pregunta que es planteada por el rey que había preparado un gran banquete por la boda de su hijo. Los primeros invitados no quisieron participar de esta fiesta de bodas, por eso el rey les pide a sus criados que salgan a la calle e inviten a todos los que encuentren. Cuando el salón estuvo lleno, el rey salió a recibir a sus nuevos invitados. Cuando el rey vio que un invitado no tenía un traje adecuado mandó a castigarlo de manera muy cruel. Pero, ¿es justo el actuar de este rey? La clave está en recordar que cuando un rey invitaba en una fiesta, todos los invitados podían elegir para la fiesta trajes pertenecientes al mismísimo rey. De ahí el enojo del rey.

En la parábola, la falta de un traje adecuado apunta, claramente, a la siempre vigente necesidad de la conversión. Convertirse es comen-zar a vivir nuestra vida, poniendo a Dios en el primer lugar; convertirse implica buscar primeramente el Reino de Dios y su justicia; su justicia, no la nuestra.

Meditemos: O Dios está en el primer lugar de nuestra vida o algo no funciona bien en nuestra fe.

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. (Juan 3,3)

Sergio A. Schmidt

Salmo 23; Isaías 25,1-9; Filipenses 4,1-9; Mateo 22,1-14

Agenda Evangélica: Salmo 1; Éxodo 20,1-17; Marcos 10,17-27; Efesios 5,15-20;

(P) Deuteronomio 30,11-14

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