3º domingo de Cuaresma (Oculi)

El agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna.

Juan 4:14 b

Estas palabras pronuncia Jesús en su encuentro con la mujer de Samaria junto al pozo de Jacob. En su acercamiento y conversación con ella Jesús rompe las barreras religiosas, sociales y raciales de la época, por ello se considera este texto un relato de diálogo interreligioso, de vocación y de conversión. Todo gira en torno a la necesidad elemental que tiene toda persona de beber agua, y que el maestro expresa a la mujer al pedirle de beber. Hábilmente Jesús traslada esta necesidad biológica al terreno espiritual de la fe, presentándose el mismo como la fuente de agua viva.
Las palabras de Jesús sumadas a su acción, gestos, mirada, su propuesta, su enseñanza, su explicación, calaron evidentemente muy hondo en la vida y en el corazón de la mujer, tanto así que a partir de ese encuentro ella deja su pasado desértico y complicado, para transformarse en una misionera del milagro. Cuenta el mismo Evangelio que, ella dejó sus cántaro, y se fue al pueblo, donde dijo a la gente, vengan a ver…(vs. 28), tal como en su momento lo hicieron los discípulos con sus redes.
La historia nos interpela, a ver como Jesús viene a nuestras vidas con su propuesta de transformación. En medio de nuestros desiertos y apuros, él nos espera para rever nuestras urgencias, y nos propone una nueva escala de prioridades, que permanecen, no caducan y son eternas. Para ello abiertos debemos estar, atención debemos prestar, barreras y prejuicios vencer, para una nueva oportunidad de vida ganar.
Que Dios nos ilumine en el camino y nos conceda muchas situaciones y escenarios como el de la mujer de Samaria junto al pozo de Jacob. Amén

Hilario Tech

San Juan 4,5-42

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