3° domingo después de Pentecostés, 11° en el año

Jesús dijo también: “Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra semilla en la tierra: que lo mismo da que esté dormido o despierto, que sea de noche o de día, la semilla nace y crece, sin que él sepa cómo.”

Marcos 4,26-27

Los seres humanos necesitamos certezas para manejarnos en la vida y de hecho las tenemos. Nos dan seguridad y confianza. Pero, esta sociedad contemporánea también ha generado que haya personas con exceso de confianza, la cual les produce una actitud de soberbia e imprudencia. Personas que se atreven a desafiar límites sin temer a las posibles consecuencias. Ese exceso de confianza es lo que sin dudas los aleja de Dios. No creen necesitarlo, porque se sienten omnipotentes como si fueran un poco dios.

Jesús nos enseña en esta parábola que el Reino de Dios crece sin depender de nosotros, igual como la semilla nace y crece, sin que quien lo siembra sepa cómo ocurre.

Mientras se escriben estas líneas se está viviendo la pandemia del coronavirus que paralizó a casi todo el planeta. Certezas dejaron de ser tales. La vida tan segura, pasó a ser frágil. Esta enfermedad no distinguió nacionalidad, color de piel, edad, ni cuánto dinero se tenga en la cuenta bancaria. En esta situación de profunda crisis se vieron gestos valientes y solidarios como cobardes e individualistas. Sin dudas que Usted tendrá presentes a varios de éstos ejemplos.

Dios quiere dejarnos como enseñanza que no somos tan autosuficientes como creemos, que somos más dependientes de Dios y de los demás.

El reino de Dios es literalmente eso, el reinado de Dios. Crece sin depender de nosotros, pero ¡qué gran privilegio es que nosotros podamos ser humildes servidores de este gran proyecto! ¿No te gustaría ser parte de él? Sin dudas que Jesús se alegraría mucho de ello y te está esperando. Que así sea. Amén.

Rubén Mohr

Salmo 92,1-4.11-14; Ezequiel 17,22-24; 2 Corintios 5,6-10; Marcos 4,26-34

Agenda Evangélica: Salmo 36,6-10; Isaías 55,1-5; Efesios 2,(11-16)17-22; Lucas 14,(15)16-24; 1 Corintios 14,1-12(23-25) (P)

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