Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
Marcos 10, 17c

En el camino a Jerusalén, un joven se acerca a Jesús con respeto y se arrodilla para preguntarle: «¿Cómo puedo heredar la vida eterna?» Inicialmente, Jesús responde citando partes del Decálogo (los mandamientos) que se centran en nuestras relaciones y convivencia con los demás. En otras palabras, los mandamientos reflejan lo que Jesús menciona en otro contexto como el segundo gran mandamiento: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Marcos 12, 31).
Él responde que ha guardado todos ellos. Jesús profundiza el requisito al identificar y poner de manifiesto lo que este hombre valora más. No solo lo insta a cumplir la ley de manera literal, sino también a seguir a Jesús de manera radical. De hecho, no demanda la abolición de la ley, sino su ampliación.
Jesús le dice: “Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres”. No quiso decir que al vender todo obtendría la salvación. No se trata de un asunto de mérito humano. Lo que nuestro Señor le plantea es que deje de confiar en sus posesiones, que rompa las cadenas de su esclavitud hacia la riqueza.
Jesús, con sus palabras, nos invita a reevaluar nuestra forma de vida y a reflexionar sobre quién tiene el control en nuestra vida. La invitación es a seguirle. A partir de ahí, la decisión recae en nosotros y nosotras: aceptar y seguirlo, o quedarnos en la actitud de este joven, quien se alejó afligido.
Señor, danos el coraje de darte todo lo que tenemos, sabiendo que lo que ofreces es más valioso que todas las riquezas del mundo. Amén.

Mario Gonzalez

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