3° domingo de Adviento
Yo a la verdad os bautizo con agua, pero viene uno más poderoso que yo…
Lucas 3,16a
Este versículo forma parte de lo que se conoce como la predicación de Juan el Bautista. En ella, plantea una serie de exhortaciones a aquellos que acudían para ser bautizados por él. Estas exhortaciones incluyen la importancia de dar a quienes necesitan, alimentar a quienes carecen de pan, no exigir más de lo que se debe, y abstenerse de extorsionar y calumniar.
Juan también se da cuenta de que en los corazones de todos surgen preguntas acerca de si él sería el Cristo. En respuesta, pronuncia el versículo que encabeza nuestro texto de hoy: “Viene uno más poderoso que yo”.
En su respuesta, Juan señala hacia aquel que es el corazón y la razón de nuestro caminar como cristianos: Jesús, el príncipe de paz, en quien Dios se revela al mundo. Él es quien necesitamos cada día para que nuestro vivir tenga más vida.
Juan afirma: “El que viene es más poderoso que yo”. El poder de Jesús radica en su capacidad para transformar positivamente a las personas y llenar de significado realidades que, lamentablemente, observamos en muchas personas como vacías y tristes.
Jesús es aquel al que Juan señala, y es a él a quien debemos abrazar en esta próxima Navidad. Su nacimiento es un acto en nuestro favor, perdón y beneficio. De hecho, la afirmación más hermosa de Jesús es: “He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia”.
Preparémonos para aquel al que señala Juan el Bautista, de manera que su nacimiento mejore y llene de vida nuestras circunstancias. Reforzemos nuestro abrazo de fe en Jesús.
Que así sea.
Rudinei Bischoff Reimers