Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Marcos 8,38
Jesús les pregunta a sus discípulos quién piensan que es Él. Pedro responde que Él es el Cristo. Luego, Jesús les enseña que Él debe sufrir y ser crucificado, pero que al tercer día resucitará. Pedro no acepta esto y reprende a Jesús, pero Jesús le dice que está pensando como los humanos y no como Dios.
Esta enseñanza de Jesús es un recordatorio de que su camino no es fácil, y que, para seguirlo, debemos estar dispuestos a negarnos a nosotros mismos y llevar nuestra propia cruz. Esto significa que debemos estar dispuestos a sacrificar nuestras propias comodidades y deseos por el bien de los demás y para seguir a Jesús.
Además, la enseñanza de Jesús también nos recuerda que el camino de esta vida, aunque con la meta ya asegurada de la vida eterna, no es sencillo, pero que merece la pena. A menudo, nos apegamos a las cosas terrenales y materiales, pero debemos recordar que estas son efímeras y que nuestra última meta se encuentra en el cielo.
Por último, la enseñanza de Jesús nos desafía a pensar más allá de nosotros mismos y a poner las necesidades de los demás antes que las nuestras. Debemos estar dispuestos a ser humildes y servir, siguiendo el ejemplo de Jesús.
Hoy se nos recuerda que seguir a Jesús requiere sacrificio y negación de uno mismo, pero que vale la pena. Debemos estar dispuestos a priorizar las necesidades de los demás por encima de las nuestras y seguir el ejemplo de humildad y servicio que Jesús nos dejó.
Jesús, concédenos la disposición de cargar nuestra propia cruz y seguirte, renunciando a nosotros mismos y priorizando tu Palabra y las necesidades de los demás sobre las nuestras. Ayúdanos a vivir una vida de humildad y servicio, como tu lo hiciste. Amén.
Enzo Pellini