Procuren entrar por la puerta angosta, porque les digo que muchos querrán entrar, y no podrán.

Lucas 13,24

Salvación: Todos conocemos la imagen de los dos caminos: uno ancho y espacioso que lleva a la perdición. El otro, angosto y difícil que conduce a la vida. El evangelista Mateo también incluye en su relato a las dos puertas (Mateo 7,13-14).

En cambio, Lucas sólo hace referencia a la puerta angosta. Esta imagen representa al propio Jesús, al decir de sí mismo: Yo soy la puerta; el que por mí entre se salvará (Juan 10,9).

Un comentarista bíblico explica qué es lo que intentaba decir Jesús con esta expresión. Cuando se construían corrales provisorios para las ovejas, en estaciones cálidas, éstos eran espacios abiertos donde se improvisaba una abertura, pero no había una puerta. Entonces el pastor se acostaba en ese espacio. De tal manera que, si una oveja quería salir de aquel lugar o entrar a él, literalmente tenía que pasar por encima del pastor.

Jesús es la puerta estrecha por la que debemos pasar para alcanzar la salvación. El adjetivo calificativo “angosto”, “estrecho” indica que no todo el que dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos.

Nuestro texto nos muestra con crudeza que muchos quedarán afuera, y que a pesar de haber “comido y bebido” con Jesús, eso no es garantía de salvación.

Dios nos ayude a mantenernos despiertos, vigilantes, atentos, con las lámparas encendidas, poniendo nuestro amor en su ley y dando frutos en abundancia. Así, con seguridad tendremos parte en la comunidad de los justos. (Salmo 1)

Stella Maris Frizs

Salmo 117; Isaías 66,18-21; Hebreos 12,5-13; Lucas 13,22-30; Agenda Evangélica:

1 Juan 4,7–12

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