Domingo 17 de agosto

 

10° domingo después de Pentecostés

 

¿Creen ustedes que he venido a traer paz a la tierra? Les digo que no, sino división.

 

Lucas 12,51

 

En la vida comunitaria, enfrentamos una serie de asuntos que implican temas controversiales. Estos temas generan opiniones divergentes, que requieren espacios de diálogo. Son asuntos necesarios, aun cuando no todos piensen igual. No sorprende, entonces, que Jesús afirme que su prédica y práctica vienen a traer fuego a la tierra, así como división, y no una paz fantasiosa que soslaye los conflictos latentes y las diferentes posturas en relación con esos conflictos.
Los síntomas de esa situación afloran en la vida comunitaria y son perceptibles en el desánimo de aquellos que expresan el deseo de dejarlo todo, de otros que se acomodan y se adaptan a la injusticia e indiferencia, y de otros que se aíslan en pequeños grupos con los que se identifican. Son situaciones que se presentan en nuestras comunidades.
Existe una diversidad de ánimos y humores que transcurren en nuestras actividades comunitarias. Estas son señales de divisiones que la propia vida provoca. ¿Es Jesús quien provoca esas divisiones? ¿O es que las divisiones ya están presentes y solo ahora son expuestas, sin maquillaje, por exigencia del Evangelio? Si estamos de acuerdo con eso, esas divisiones deben ser el centro de nuestro testimonio de fe y de fidelidad hacia la propuesta de Jesús. Aquí es donde la comunidad participa del camino de la cruz, en el tratamiento e involucramiento en temas conflictivos de la actualidad. Es aquí donde la comunidad se une y vive la pasión de Cristo.

 

Renato Küntzer

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