Salmo 25, 1 – 9
A ti, Señor, elevo mi alma.
Eres mi Dios, y en ti confío;
¡no permitas que mis enemigos
me avergüencen y se burlen de mí!
No permitas que sean avergonzados
los que en ti ponen su esperanza;
más bien, que sean puestos en vergüenza
los que sin razón se rebelan contra ti.
Señor, dame a conocer tus caminos;
¡Enséñame a seguir tus sendas!
Todo el día espero en ti;
¡enséñame a caminar en tu verdad,
pues tú eres mi Dios y salvador!
Recuerda, Señor, que en todo tiempo
me has mostrado tu amor y tu misericordia.
Tú, Señor, eres todo bondad.
Por tu misericordia, acuérdate de mí;
pero olvídate de que en mi juventud
pequé y fui rebelde contra ti.
El Señor es bueno y recto;
por eso enseña a los pecadores el camino.
El Señor muestra su camino a los humildes,
y los encamina en la justicia.

Génesis 9, 8 – 17
Dios habló también a Noé y a sus hijos con él. Les dijo:
«Miren, yo establezco mi pacto con ustedes y con sus descendientes que les nazcan después. 10 Y también con todos los seres vivos que están con ustedes: las aves, los animales y todas las bestias de la tierra que están con ustedes, tanto los que salieron del arca como todos los animales de la tierra. 11 Estableceré mi pacto con ustedes, y no volveré a exterminar a ningún ser con aguas de diluvio, ni habrá otro diluvio que destruya la tierra.»
12 Dios también dijo:
«Ésta es la señal del pacto que yo establezco con ustedes, y con todo ser vivo que está con ustedes, por los siglos y para siempre: 13 He puesto mi arco en las nubes, el cual servirá como señal de mi pacto con la tierra. 14 Cuando yo haga venir nubes sobre la tierra, entonces mi arco se dejará ver en las nubes 15 y me acordaré de mi pacto, el pacto que he hecho con ustedes y con todo ser vivo, de cualquier especie; no volverá a haber un diluvio de aguas que destruya a todo ser vivo. 16 El arco estará en las nubes, y yo lo veré y me acordaré de mi pacto perpetuo. Es el pacto entre Dios y todo ser vivo, con todos los seres que hay sobre la tierra.»
17 Dios también le dijo a Noé:
«Ésta es la señal del pacto que he establecido con todos los seres vivos que habitan sobre la tierra.»

1 Pedro 3, 18 – 22
18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. En el cuerpo, sufrió la muerte; pero en el espíritu fue vivificado; 19 en el espíritu también, fue y predicó a los espíritus encarcelados, 20 a los que en otro tiempo desobedecieron, en los días de Noé, cuando Dios esperaba con paciencia mientras se preparaba el arca, en la que unas cuantas personas, ocho en total, fueron salvadas por medio del agua.(H) 21 Todo esto es símbolo del bautismo (el cual no consiste en lavar las impurezas del cuerpo sino en el compromiso ante Dios de tener una buena conciencia) que ahora nos salva por la resurrección de Jesucristo, 22 quien subió al cielo y está a la derecha de Dios, y a quien están sujetos los ángeles, las autoridades y las potestades.

Marcos 1, 9 – 15
Por esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En cuanto Jesús salió del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu descendía sobre él como una paloma. 11 Y desde los cielos se oyó una voz que decía: «Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco.»(F)
12 Enseguida, el Espíritu llevó a Jesús al desierto, 13 y allí fue puesto a prueba por Satanás durante cuarenta días. Estaba entre las fieras, y los ángeles lo servían.
14 Después de que Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea para proclamar el evangelio del reino de Dios. 15 Decía: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios(I) se ha acercado. ¡Arrepiéntanse,(J) y crean en el evangelio!»

Agenda Evangélica: Salmo 91,1-6.9-12; Génesis 3,1-19(20-24); Hebreos 4,14-16; Mateo 4,1-11 (P)