¡Paz sea a ustedes!
Juan 20,19
El miedo es un sentimiento humano natural, así como lo son los sentimientos de alegría, susto, sorpresa, etc. Este sentido del miedo que, siendo parte de la naturaleza creada, se puede caracterizar como natural y saludable. Hasta porque en muchas maneras y momentos, el temor es como un vigía interno que nos alerta en ciertas circunstancias y nos empodera a conocernos más, nos ayuda a buscar qué caminos tomar, nos invita a pausar y reflexionar.
Esta comprensión del miedo tiene mucha distancia del temor que paraliza. El temor paralizante atrapa a la persona en un círculo corrosivo que se nutre de desconfianza y genera duda. El miedo paralizante es destructivo porque responde a fuerzas que mantienen a la persona atrapada en la oscuridad – una imagen que contiene todo aquello que no permite la realización personal.
El temor a Dios, que muchas veces aparece en las Escrituras, no es paralizante ni es temor natural. El temor a Dios es la vía para conocerle. Por acción del Espíritu Santo, podemos comprender que Dios es vida y a ella nos invita.
Jesús resucitado llama a sus discípulos a salir del temor que les atrapa tras las puertas cerradas de la oscura habitación. La invitación a habitar en Dios es liberadora. El saludo de paz va más allá de la seguridad humana, es la profunda bienaventuranza que se da en las relaciones que promueven la vida que Dios ofrece en Jesús.
Patricia Cuyatti