4º Domingo de Cuaresma (Laetare)

Sus discípulos le preguntaron: – Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de ss padres, o por su propio pecado? Jesús les contestó: -Ni por su propio pecado ni por el de sus padres; fue más bien para que en él se demuestre lo que Dios puede hacer.
Juan 9: 2-3

Muchas veces leímos este capítulo pensando que el milagro sólo fue que el ciego recibiera la vista, pero no reparamos en el milagro que hizo Jesús ampliando la visión de sus discípulos sobre las circunstancias en las que vivía ese hombre. Ellos eran los mismos ciegos que no podían ver los acontecimientos de otra forma y sus explicaciones se basaban en la culpa.
Durante nuestras vidas, también vivimos situaciones a las que no encontramos explicación y, aunque nos confesamos creyentes, nos cuesta pensar y sentir desde la fe cristiana. El prejuicio nos invade, etiquetamos personas y situaciones buscando ese por qué de las cosas.
Pero allí también está Cristo para recordarnos con amor que muchas de nuestras circunstancias son una oportunidad para construir algo mejor y que tenemos tantas oportunidades de compartir, solidarizarnos, actuar, volver a empezar, entregar y recibir amor, construir la paz y justicia, y ser sus testigos, como días tiene nuestra vida.
Yo sé que sé, pero no entiendo, yo sé que busco, y sin embargo estoy desnudo en medio de un misterio. ¡Sí, Señor! ¡Sí, Señor! Tan sólo quiero confiar en tu palabra. (Canto y Fe Nº 231 2do. Estribillo)
María Esther Norval
Juan 9,1-41

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