Salmo 37, 1-11. 39-40
No te alteres por causa de los malvados,
ni sientas envidia de los que practican el mal,
2 porque pronto se marchitan, como la hierba;
pronto se secan, como la hierba verde.
3 Confía en el Señor, y practica el bien;
así heredarás la tierra y la verdad te guiará.
4 Disfruta de la presencia del Señor,
y él te dará lo que de corazón le pidas.
5 Pon tu camino en las manos del Señor;
confía en él, y él se encargará de todo;
6 hará brillar tu justicia como la luz,
y tu derecho como el sol de mediodía.
7 Guarda silencio ante el Señor, y espera en él;
no te alteres por los que prosperan en su camino,
ni por los que practican la maldad.
8 Desecha la ira y el enojo;
No te alteres, que eso empeora las cosas.
9 Un día, todos los malvados serán destruidos,
pero si esperas en el Señor heredarás la tierra.
10 Un poco más, y los malvados dejarán de existir;
los buscarás, pero no los hallarás.
11 Pero los humildes heredarán la tierra
y disfrutarán de gran bienestar.
…
39 La salvación de los justos proviene del Señor;
él les da fuerzas en momentos de angustia.
40 El Señor los ayuda y los pone a salvo;
los libra y los pone a salvo de los impíos
porque ellos pusieron en él su esperanza.
Génesis 45, 3-11. 15
3 Y les dijo José a sus hermanos:
«¡Yo soy José! ¿Vive todavía mi padre?»
Pero sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban confundidos en su presencia. 4 Entonces José les dijo:
«Acérquense a mí.»
Ellos se acercaron, y él les dijo:
«Yo soy José, su hermano, el que ustedes vendieron a Egipto. 5 Pero no se pongan tristes, ni lamenten el haberme vendido, porque Dios me envío aquí, delante de ustedes, para preservarles la vida. 6 Ya ha habido dos años de hambre en todo el país, y aún faltan cinco más, en los que no habrá quien are la tierra ni quien coseche nada. 7 Pero Dios me envió delante de ustedes, para preservar su descendencia en la tierra y para darles vida mediante una gran liberación. 8 Así que no son ustedes quienes me mandaron acá, sino Dios, que me ha puesto como padre del faraón y señor de toda su casa, y como gobernador de toda la tierra de Egipto. 9 ¡Pero dense prisa! Vayan con mi padre y díganle esto de mi parte: “Dios me ha hecho señor de todo Egipto. Ven a mí; no te detengas. 10 Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, junto con tus hijos y tus nietos, tus ovejas y tus vacas, y todo lo que tienes. 11 Yo te alimentaré allí, para que no te falta nada a ti ni a tu familia, ni a nada de lo que tienes, pues aún están por venir cinco años de hambre.”
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15 Llorando también, José besó luego a todos sus hermanos, y después sus hermanos hablaron con él.
1 Corintios 15, 35-38. 42-50
35 Tal vez alguien pregunte: ¿Y cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? 36 No preguntes tonterías. Lo que tú siembras no cobra vida, si antes no muere. 37 Y lo que siembras no es lo que luego saldrá, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de algún otro grano; 38 pero Dios le da el cuerpo que quiso darle, y a cada semilla le da su propio cuerpo.
…
42 Así será también en la resurrección de los muertos: Lo que se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción; 43 lo que se siembra en deshonra, resucitará en gloria; lo que se siembra en debilidad, resucitará en poder. 44 Se siembra un cuerpo animal, y resucitará un cuerpo espiritual. Porque así como hay un cuerpo animal, hay también un cuerpo espiritual. 45 Así también está escrito: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser con vida»; y el postrer Adán, un espíritu que da vida. 46 Pero lo espiritual no vino primero, sino lo animal; y luego lo espiritual. 47 El primer hombre es terrenal, de la tierra; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. 48 Semejantes al terrenal, serán también los terrenales; y semejantes al celestial, serán también los celestiales. 49 Y así como hemos llevado la imagen del hombre terrenal, así también llevaremos la imagen del celestial. 50 Pero una cosa les digo, hermanos: ni la carne ni la sangre pueden heredar el reino de Dios, y tampoco la corrupción puede heredar la incorrupción.
Lucas 6, 27-38
27 »A ustedes, los que me escuchan, les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, 28 bendigan a quienes los maldicen, y oren por quienes los calumnian. 29 Si alguno te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. Si alguien te quita la capa, deja que se lleve también la túnica. 30 A todo el que te pida, dale; y a quien se lleve lo que es tuyo, no le pidas que te lo devuelva.
31 »Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados. 32 Porque si ustedes aman sólo a quienes los aman, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores aman a quienes los aman! 33 Y si ustedes tratan bien sólo a quienes los tratan bien a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores hacen lo mismo! 34 Si prestan algo a aquellos de quienes ustedes esperan recibir algo, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores se prestan unos a otros para recibir otro tanto! 35 Ustedes deben amar a sus enemigos, hacer el bien y dar prestado, sin esperar nada a cambio. Grande será entonces el galardón que recibirán, y serán hijos del Altísimo. Porque él es benigno con los ingratos y con los malvados. 36 Por lo tanto, sean compasivos, como también su Padre es compasivo.
37 »No juzguen, y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados. 38 Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos.»
Agenda Evangélica: Salmo 119,89-92.103-105; Isaías 55,(6-7)8-12a(13-15);
Hebreos 4,12-13 (P); Lucas 8,4-8(9-15)