Cristo Rey – Domingo de la eternidad
Mientras el pueblo observaba, los gobernantes se burlaban de él y decían: “Ya que salvó a otros, que se salve a sí mismo, si en verdad es el Cristo, el escogido de Dios.”
Lucas 23,35
Tanto poderoso salvándose a sí mismo, tanta obscenidad naturali- zada no les permitía reconocer al Mesías. El Rey justo, el elegido de Dios era tan “otro” que no podían aceptarlo sin condenarse. ¿De qué forma justificarían los jueces corruptos, la violencia contra las más débiles, la injusta distribución de las riquezas, el sometimiento de los más pobres?
Así como no lograron reconocer al Rey tampoco pudieron aceptar su Reino. Reino del que tenemos muchas imágenes parciales en las parábolas, en las visiones de Juan, en el testimonio de los apóstoles… Pero aun es difícil despegarnos de la lógica perversa del “sálvese
a sí mismo”, en medio de una pandemia que ha costado millones de vidas, aun escuchamos a muchos reclamando por su “libertad indi- vidual” para desatender los cuidados sanitarios. El Yo puesto por delante del nosotros colectivo, la felicidad del sujeto por encima de la vida de todos.
Hemos asistido a las más diversas respuestas de diferentes gobier- nos en diferentes situaciones, algunos abrazaron la lógica individual y dejaron a cada ciudadano por su cuenta, otros han buscado forta- lecer el cuidado colectivo, el nosotros de la comunidad.
Ninguno de ellos llega a acercarse al Reino de Dios. Por eso es más urgente que nunca el anuncio de ese Reino, la denuncia de todo aquello que nos aleja de su justicia, y la búsqueda de su llegada.
Busca primero el Reino de dios y su perfecta justicia y lo demás añadido será, ¡Aleluya! (Canto y Fe N° 329)Peter Rochón
Salmo 46; Jeremías 23,1-6; Colosenses 1,11-20; Lucas 23,33-43
Agenda Evangélica: Salmo 126; Isaías 65,17-19(20-22)23-25; Apocalipsis 21,1-7;
Mateo 25,1-13; Marcos 13,28-37 (P)