Salmo 25, 4 – 10
Señor, dame a conocer tus caminos;
¡Enséñame a seguir tus sendas!
Todo el día espero en ti;
¡enséñame a caminar en tu verdad,
pues tú eres mi Dios y salvador!
Recuerda, Señor, que en todo tiempo
me has mostrado tu amor y tu misericordia.
Tú, Señor, eres todo bondad.
Por tu misericordia, acuérdate de mí;
pero olvídate de que en mi juventud
pequé y fui rebelde contra ti.
El Señor es bueno y recto;
por eso enseña a los pecadores el camino.
El Señor muestra su camino a los humildes,
y los encamina en la justicia.
10 Misericordia y verdad son los caminos del Señor
para quienes cumplen fielmente su pacto.

Jonás 3, 1 – 10
La palabra del Señor vino a Jonás por segunda vez, y le dijo:
«Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y proclama allí el mensaje que yo te daré.»
Jonás se levantó y, conforme a la palabra del Señor, fue a Nínive. Y era Nínive una ciudad grande en extremo, de tres días de camino. Jonás comenzó a recorrer la ciudad, camino de un día, y en su predicación decía:
«¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
Todos los habitantes de Nínive creyeron a Dios y decretaron ayuno, y desde el mayor hasta el menor se vistieron de cilicio.(A)
Cuando la noticia llegó hasta el rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se despojó de sus vestidos, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza; luego ordenó que, por mandato suyo y de sus altos personajes, se proclamara en Nínive este decreto:
«Ningún hombre ni animal, ni tampoco ningún buey ni oveja, debe probar bocado ni alimento alguno, ni beber agua. Al contrario, hombres y animales por igual deberán cubrirse de cilicio y clamar a Dios con todas sus fuerzas. Apártese cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. ¿Quién sabe? Tal vez Dios se arrepienta y el ardor de su ira se calme, ¡y entonces no pereceremos!»
10 Y al ver Dios lo que hicieron, y que se habían apartado de su mal camino, también él se arrepintió de hacerles el daño que les había anunciado, y desistió de hacerlo.

1 Corintios 7, 29 – 31
29 Pero quiero decirles, hermanos, que el tiempo se acorta; por lo tanto, el que tiene esposa debe vivir como si no la tuviera; 30 el que llora, como si no llorara; el que se alegra, como si no se alegrara; el que compra, como si no tuviera nada; 31 y el que disfruta de este mundo, como si no lo disfrutara; porque el mundo que conocemos está por desaparecer.

Marcos 1, 14 – 20
14 Después de que Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea para proclamar el evangelio del reino de Dios. 15 Decía: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios(I) se ha acercado. ¡Arrepiéntanse,(J) y crean en el evangelio!»
16 Mientras Jesús caminaba junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés. Estaban echando la red al agua, porque eran pescadores. 17 Jesús les dijo: «Síganme, y yo haré de ustedes pescadores de hombres.» 18 Enseguida, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. 19 Un poco más adelante, Jesús vio a otros dos hermanos, Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, quienes estaban en la barca y remendaban sus redes. 20 Enseguida Jesús los llamó, y ellos dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, y lo siguieron.

Agenda Evangélica: Salmo 86,1-2.5-11; 2 Reyes 5,(1-8)9-15(16-18)19a (P); Romanos 1,13-17; Mateo 8,5-13