Después de esto, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Jesús les dijo:
—Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo.
Porque iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer.
Marcos 6,30-31

Cuando regreso a casa, mis hijos tienen tanto que contar. Hablan juntos, con una emoción que los desborda. Eso dificulta la escucha y la comprensión. Me imagino a Jesús con sus discípulos enfrentando esa misma dificultad. Es en ese momento que Él responde con una invitación a encontrar privacidad, descanso y tranquilidad.
Jesús nos enseña la importancia de “desconectarnos”: del ruido de la agenda, de los compromisos, de las conversaciones; de todo lo que puede hacernos perder la conexión con nosotros mismos y con Dios.
La demanda constante puede ser agotadora. Llega un punto en el que solemos decir: “Necesito un poco de paz”. En realidad, anhelamos poder escuchar el silencio, respirar relajados, contemplar el momento y lo que nos rodea; tener una charla sin apuros y decidir sin presión.
Pero el silencio por sí solo no es suficiente. El texto concluye señalando que no tenían tiempo para comer y debían alimentarse, tanto material como espiritualmente. Es necesario recargarse, restablecerse y renovarse. Tomar aire y luego retomar la marcha, confiando en la presencia divina.
Hoy, Jesús te invita: «Vení, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo.» ¿Qué elegís hacer?
Ven, te invito a cantar al Señor;
ven, te invito a deleitarte en él;
ven, te invito a cantar al Señor,
con toda tu voz, con todo tu amor.
(Canto y Fe N° 171)
Que Dios nos bendiga. Amén.

Patricia Roggensack

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print