3º domingo después de Epifanía, 3º en el año
Jesús recorría toda Galilea, enseñando en la sinagoga de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino de Dios y curaba a la gente de todas sus enfermedades y dolencias.
Mateo 4,23
Cuatro verbos. Cuatro acciones. No sólo palabras.
Hermanas y hermanos, los animo a leer todo el párrafo de este Evangelio. Vamos a encontrarnos allí con varios verbos más. Esa lista larga de acciones y movimientos me animan a tratar de enhebrarlos, porque parecen indicar un programa posible para nuestra misión.
Jesús observa, oye y entiende lo que pasa a su alrededor y de acuerdo a ello, toma decisiones.
Juan el Bautista está preso. Es hora de decidir y seguir proclamando su mensaje de arrepentimiento. Pero en otra región y no en su ciudad de residencia. Jesús recorre la orilla del lago. Entra en todas las sinagogas y predica la cercanía del reino de Dios. Observar, caminar, buscar, elegir estrategias. ¿Está programando dónde es el lugar propicio para anunciar esa buena noticia? Caminar, charlar con la gente, invitar a seguirlo. Logra entusiasmar.
Siento que a veces nosotros nos quedamos muy tranquilos en la “sinagoga”, esperando.
Jesús no pierde de vista a la persona, se dirige a cada una. De tal manera descubre sus necesidades. Cura todas las enfermedades y dolencias. Seguramente no son solamente físicas.
Hay desorientación, dudas, sufrimiento en espíritu, alma y cuerpo. No es distinta la situación hoy.
Tenemos un mensaje: la palabra de Dios orientadora y sanadora. Jesús el caminante nos invita a caminar con él. Observemos los verbos que descubrimos, reflexionemos juntos cómo programar, ponernos en movimiento.
Dios nos llama a un momento nuevo, a caminar junto a su pueblo. Es hora de transformar lo que no da más, y solo y aislado no hay nadie capaz. (Canto y FeNº 269)
Everardo Stephan
Salmo 27,1.4-9; Isaías 9,1-4; 1 Corintios 1,10-18; Mateo 4,12-23
Agenda Evangélica: Juan 4,46–54