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Salmo 22:18-27
18 Repartieron entre sí mis vestidos,
y sobre mi ropa echaron suertes.
19 Mas tú, Jehová, no te alejes;
fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.
20 Libra de la espada mi alma,
del poder del perro mi vida.
21 Sálvame de la boca del león,
y de los cuernos de los búfalos respondiste, me oíste.
22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos;
en medio de la congregación te alabaré.
23 Los que teméis a Jehová, alabadle;
glorificadle, linaje todo de Jacob,
y temedle, linaje todo de Israel.
24 Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido,
ni escondió de él su rostro;
antes, cuando clamó a él, lo oyó.
25 De ti será mi alabanza en gran congregación;
mis votos pagaré delante de los que le temen.
26 Comerán los humildes y se saciarán;
alabarán a Jehová los que le buscan;
vivirá vuestro corazón para siempre.
27 Se acordarán y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra,
y todas las familias de las naciones se postrarán delante de ti.
Isaías 65:1-9
Dios habla de la rebelión de su pueblo
1 Me dejé hallar de los que no preguntaban por mí;
me manifesté a los que no preguntaban por mí.
2 Todo el día extendí mis manos
a un pueblo rebelde,
que anda por camino no bueno,
siguiendo sus pensamientos.
3 Pueblo que me provoca a ira delante de mi rostro,
sacrificando en huertos,
y quemando incienso sobre ladrillos;
4 que se sientan en sepulcros,
y duermen en lugares apartados;
que comen carne de cerdo,
y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas;
5 que dicen: «Detente, no te acerques a mí,
porque soy más santo que tú.»
Esos son humo en mi furor,
un fuego que arde todo el día.
6 He aquí que está escrito delante de mí:
«No callaré, sino que pagaré,
y en su seno pagaré,
por sus maldades y sus iniquidades.»
7 Vuestras iniquidades y las iniquidades de vuestros padres
a una fueron quemadas con fuego,
y sobre las montañas, vuestras abominaciones;
por lo cual yo mediré su obra en el tiempo de mi ira.
8 Así ha dicho Jehová:
Como cuando se halla vino nuevo en un racimo,
y se dice: «No lo destruyas, porque hay bendición en él»,
así haré yo por amor a mis siervos,
para que no lo destruyan todo.
9 Sacaré descendencia de Jacob,
y de Judá heredero de mis montañas;
y mis escogidos poseerán allí la tierra,
y mis siervos habitarán allí.
Gálatas 3:23-29
La fe en Cristo nos justifica
23 Pero antes que viniese la fe, estábamos custodiados bajo la ley,
encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.
24 Así que la ley ha sido nuestro hallo,
para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
25 Pero, venida la fe, ya no estamos bajo hallo.
26 Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
27 Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos.
28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre;
no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
29 Y si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham,
y herederos según la promesa.
Lucas 8:26-39
La sanidad del endemoniado gadareno
26 Y arribaron a la región de los gadarenos, que está frente a Galilea.
27 Al desembarcar, le salió al encuentro un hombre de la ciudad que tenía espíritus inmundos;
y hacía mucho tiempo que no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.
28 Este, al ver a Jesús, dio voces, y se postró ante él, y le dijo a gran voz:
—¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?
Te ruego que no me atormentes.
29 Porque mandaba al espíritu inmundo que saliera del hombre, pues hacía mucho tiempo que lo había apresado;
y le habían atado con cadenas y grillos, pero quebraba las cadenas y era impelido por el demonio a los desiertos.
30 Jesús le preguntó, diciendo:
—¿Cómo te llamas?
Y él dijo:
—Legión; porque muchos demonios habían entrado en él.
31 Y le rogaban que no los mandase al abismo.
32 Había allí un hato de muchos cerdos, que pasían en el monte;
y le rogaron que los dejase entrar en ellos.
Y les dio permiso.
33 Y los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos;
y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogaron.
34 Cuando los que apacentaban los cerdos vieron lo que había acontecido, huyeron,
y dieron aviso en la ciudad y en los campos.
35 Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido.
Y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien había salido el demonio, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio;
y se asombraron.
36 Y los que lo habían visto les contaron cómo había sido sanado el endemoniado.
37 Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se fuera de ellos,
porque tenían gran temor; y él entrando en la barca, se volvió.
38 El hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él,
pero Jesús le despidió, diciendo:
39 Vuelve a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.
Y él se fue publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
Agenda Evangélica: Salmo 34,2-11; Jeremías 23,16-29; 1 Juan 4,(13-16a)16b-21; Lucas 16,19-31; Juan 5,39-47 (P)