3° domingo de Pascua (Misericordias Domini)
Cuando ya estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se los dio. En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús; pero él desapareció.
Lucas 24,30-31

Este texto está enmarcado en los caminantes de Emaús que volvían a su aldea después de los acontecimientos de la muerte y resurrección de Jesús. Se sentían decepcionados, entristecidos aunque Jesús iba con ellos, sin que se dieran cuenta que era él. Pero estando en la casa como invitado, al partir el pan, se les abrieron los ojos y se dieron cuenta que era el Señor quien había estado todo ese tiempo con ellos.
El gesto de partir el pan llevó a los discípulos a ver claramente que era Jesús. En nuestras comunidades se está dando el hecho de convocar y compartir una comida en una charla, un estudio bíblico y hasta después de un culto. Ese gesto de Jesús de partir el pan, hasta hoy en día nos reúne y nos permite abrir los ojos de que Él está entre nosotros. El confraternizar, relacionarnos, acercarnos al hermano en medio de una mesa servida, en una situación donde estamos distendidos, nos permite ver en el rostro del otro a nuestro Señor, y así podemos efectivizar el mandamiento del amor: “Amarnos los unos a los otros”. Que así sea. Amén

Dario Dorsch
Lucas 24,13-35

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