Último domingo después de Epifanía, Transfiguración de nuestro Señor

Sean ustedes perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto.

Mateo 5,48

Ah, sí, la perfección. Es algo muy complicado. Perfecto se denomina aquello que no tiene fallas o defectos. El alumno perfecto tiene las notas más altas en todas las materias, la médica perfecta cura a todos sus pacientes; y así podríamos seguir con el hijo, la madre, el padre, el matrimonio, la legisladora, el pastor, la jefa, el docente… todos perfectos. ¿Existe uno solo así?

El llamado perfeccionismo sostiene que es posible lograr la perfección y que cada cual debe aspirar a conseguirla. Pero este mismo perfeccionismo produce frustraciones y hasta depresión, cuando uno tiene que darse cuenta de que no logra alcanzar su meta.

¿Cómo es que Jesús puede pedirnos ser perfectos? Con esta frase concluye una serie de sugerencias en las que Jesús radicaliza ciertas disposiciones de la Ley de Moisés. Además, Jesús coloca como medida de la perfección a Dios mismo, que hemos de imitar así como el amor de Dios que abarca a buenos y malos, justos e injustos (Mateo 5,45).

¿A qué puede referirse ese mandato? Quizá ayude una mirada al tiempo y modo del verbo que está en el texto griego de Mateo. Interesantemente se trata de un futuro, no de un simple imperativo. Decir sean perfectos no logra reflejar toda la profundidad de la formulación. Si bien en diversos textos bíblicos como en los Diez Mandamientos el futuro tiene el sentido de un imperativo, la palabra de Jesús contiene también una promesa que podríamos formular así: Ustedes, con la ayuda de Dios, serán lo que deben ser. O también: Ustedes han de ser lo que serán y para lo cual Dios los destinó. Es alentador saber que Dios no nos exige un esfuerzo sobrehumano, un perfeccionismo, para lograr quién sabe qué grado de excelencia; sino que contamos con su ayuda en nuestro camino de fe, esperanza y amor; que a veces puede ser bien difícil y tener caídas y retrocesos, pero siempre es y será un camino con Él y en comunidad.

René Krüger

Salmo 2 o Salmo 99; Éxodo 24,12-18; Mateo 17,1-9; 2 Pedro 1,16-21

Agenda Evangélica: Salmo 31,2-6.8-9.16-17; Amós 5,21-24; Marcos 8,31-38; 1

Corintios 13,1-13; (P) Lucas 18,31-43

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