Salmo 69, 1 – 3. 7 – 9. 20b-21. 29
Sálvame, oh Dios,
porque las aguas me han llegado hasta el cuello.
2 Me encuentro hundido en profundo pantano,
y no hallo dónde poner el pie.
He caído en aguas abismales, y me cubre la corriente.
3 Ya me canso de llamar; ronca está mi garganta;
mis ojos desfallecen en espera de mi Dios.
…
7 Por ti he sido objeto de insultos;
¡mi rostro se ha cubierto de confusión!
8 Soy un extraño para mis propios hermanos;
¡los hijos de mi madre me desconocen!
9 Y es que mi amor por tu casa(B) me consume;
¡caen sobre mí(C) los insultos de los que te ofenden!
…
alguien que me consolara, y a nadie hallé.
21 Cuando tuve hambre, me dieron ajenjo;
cuando tuve sed, me dieron vinagre.
…
29 Pero a mí, que estoy pobre y afligido,
¡ponme, oh Dios, en alto con tu salvación!
Isaías 50, 4 – 10
4 Dios el Señor me ha dado una lengua de sabios, para saber cómo consolar a los cansados. Todas las mañanas despierta mis oídos para que escuche como los sabios. 5 Dios el Señor me ha abierto los oídos, y yo no he sido rebelde ni he intentado huir. 6 A los que me herían les ofrecí la espalda, y a los que me arrancaban la barba les ofrecí la mejilla; no escondí mi rostro de las injurias ni de los escupitajos.(A)
7 Dios el Señor me ayudará, así que no me avergonzaré. Por eso endurecí mi rostro como piedra, pues bien sé que no seré avergonzado. 8 Mi salvador está cerca de mí; levantémonos y veamos quién se atreve a contender conmigo. ¡Que se enfrente a mí el que quiera acusarme! 9 ¡Fíjense bien! Dios el Señor es quien me ayuda; ¿quién puede condenarme? Fíjense y verán que todos ellos se envejecerán como la ropa; ¡serán carcomidos por la polilla!
10 ¿Quién de ustedes teme al Señor y oye la voz de su siervo? Si hay alguien que ande en tinieblas y carezca de luz, que confíe en el nombre del Señor, y que se apoye en su Dios.
Hebreos 12, 1 – 3
Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. 2 Fijemos la mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz y menospreció el oprobio, y se sentó a la derecha del trono de Dios.
3 Por lo tanto, consideren a aquel que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores, para que no se cansen ni se desanimen.
Marcos 11, 1 – 11
Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, Betfagué y Betania, y frente al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos 2 y les dijo: «Vayan a la aldea que tienen ante ustedes. Al entrar en ella, van a encontrar atado un burrito, sobre el cual nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá. 3 Si alguien les pregunta: “¿Por qué hacen esto?”, respondan que el Señor lo necesita, y que muy pronto lo devolverá.» 4 Los discípulos fueron, y en la calle, junto a una puerta, encontraron el burrito atado. Lo desataron. 5 Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué están desatando el burrito?» 6 Ellos les respondieron lo que Jesús les había dicho, y los dejaron desatarlo. 7 Ellos llevaron a Jesús el burrito, sobre el que echaron sus mantos, y luego Jesús se montó sobre él. 8 Por el camino, muchos tendían también sus mantos, mientras que otros cortaban ramas que habían cortado en el campo. 9 Tanto los que iban delante como los que iban detrás gritaban: «¡Hosanna!(B) ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!(C) 10 ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»
11 Jesús entró en Jerusalén y se dirigió al templo. Después de mirar todo a su alrededor, se fue a Betania con los doce, pues ya estaba anocheciendo.
Liturgia de la Palmas | Agenda Evangélica: Salmo 69,2-4.8-10.14.21b-22.30; Isaías 50,4-9; Filipenses 2,5-11 (P); Juan 12,12-19