Domingo 24 de noviembre


Último dom después de Pentecostés – Cristo Rey – Dom de la Eternidad

Jesús le contestó: Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.

Juan 18,36

“Mi reino no es de este mundo…mi reino no es de aquí”
Jesús se atribuye el liderazgo de un reino que se diferencia de los que son conocidos en este mundo. Pero, ¿qué lo hace único? ¿Por qué no es un reino común como los demás?
En las palabras de Jesús se pueden encontrar algunas pistas: En su reino, la violencia no se utiliza como herramienta para derrotar a los enemigos. En su reino, el líder no impone su autoridad, sino que, por el contrario, se muestra expuesto.
Es evidente que este reino no pertenece a este mundo. En los reinos que sí pertenecen a este mundo, sucede precisamente lo contrario: quienes ocupan posiciones de liderazgo y privilegio utilizan los recursos a su disposición para imponer su voluntad, proteger sus intereses y buscar su propia gloria.
Jesús no promueve ni necesita un reino de esa naturaleza, como los que existen en este mundo. Son precisamente esos reinos en los que quienes ocupan posiciones de liderazgo utilizan a las demás personas para salvaguardarse a sí mismos y proteger sus privilegios y posesiones, los que afectan negativamente la obra de Dios, la humanidad y toda la creación.
En contraste con todo eso, Jesús vino al mundo para otorgar vida, entregándose en beneficio de toda la humanidad. Para lograrlo, confió y aceptó en obediencia que toda vida depende exclusivamente de Dios. Es el Señor quien salva. Es el Señor quien te defiende. Es en el Señor donde hay vida por siempre.
Aceptemos a Jesús y su reino, para tener vida aquí y en la eternidad. Amén.

Leonardo Schindler

Compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print
magbo system