Domingo 25 de febrero, Segundo domingo de Cuaresma

 

Salmo 22, 22-30
22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos;
te alabaré en medio de la comunidad.(E)
23 Ustedes, los que temen al Señor, ¡alábenlo!
Descendientes de Jacob, ¡denle gloria!
Hijos todos de Israel, ¡adórenlo!
24 El Señor no rechaza al afligido,
no desprecia a los que sufren,
ni esconde de ellos su rostro;
cuando a él claman, les responde.
25 Yo lo alabaré en medio de la comunidad,
y ante los que le temen cumpliré mis promesas.
26 Los pobres comerán, y quedarán satisfechos;
los que buscan al Señor lo alabarán,
y tendrán una larga vida.
27 Todos los rincones de la tierra
invocarán al Señor, y a él se volverán;
¡ante él se inclinarán todas las naciones!
28 El reinado es del Señor,
y él gobierna a todas las naciones.
29 Todos los poderosos de la tierra lo adorarán;
todos los mortales le rendirán pleitesía,
todos los que no tienen vida propia.
30 Las generaciones futuras le servirán,
y hablarán del Señor a la generación venidera.

Génesis 17, 1 – 7. 15 – 16
Abrán tenía noventa y nueve años de edad cuando el Señor se le apareció y le dijo:
«Yo soy el Dios Todopoderoso. Anda siempre delante de mí y sé perfecto. Yo estableceré mi pacto contigo, y haré que te multipliques en gran manera.»
Abrán se postró entonces sobre su rostro, y Dios habló con él. Le dijo: «Éste es el pacto que hago contigo: Tú serás el padre de muchísima gente. Tu nombre ya no será Abrán,[a] sino que ahora te llamarás Abrahán,[b] porque te he puesto como padre de muchísima gente.(A) Yo haré que te multipliques en gran manera. De ti saldrán naciones y reyes. Estableceré mi pacto contigo y con tus descendientes. Será un pacto perpetuo,(B) y yo seré tu Dios y el de tu descendencia. 

15 Dios también le dijo a Abrahán: «A Saraí, tu mujer, ya no la llamarás Saraí. Ahora su nombre será Sara.[c] 16 Yo la bendeciré, y también te daré un hijo de ella. Sí, yo la bendeciré, y ella será la madre de las naciones, los reyes y los pueblos que de ella nacerán.»

Romanos 4, 13 – 25
13 Porque la promesa dada a Abrahán y a su descendencia en cuanto a que recibiría el mundo como herencia,(D) no le fue dada por la ley sino por la justicia que se basa en la fe. 14 Pues si los que van a recibir la herencia se basan en la ley, la fe resulta vana y la promesa queda anulada.(E) 15 Porque la ley produce castigo, pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
16 Por tanto, la promesa se recibe por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia, tanto para los que son de la ley como para los que son de la fe de Abrahán, el cual es padre de todos nosotros.(F) 17 Como está escrito: «Te he puesto por padre de muchas naciones.»(G) Y lo es delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no existen, como si existieran. 18 Contra toda esperanza, Abrahán creyó para llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.»(H) 19 Además, su fe no flaqueó al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (pues ya tenía casi cien años(I)), o la esterilidad de la matriz de Sara. 20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en la fe y dio gloria a Dios, 21 plenamente convencido de que Dios era también poderoso para hacer todo lo que había prometido. 22 Por eso su fe se le tomó en cuenta como justicia. 23 Y no solamente con respecto a él se escribió que se le tomó en cuenta, 24 sino también con respecto a nosotros, pues Dios tomará en cuenta nuestra fe, si creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, nuestro Señor, 25 el cual fue entregado por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación.

Marcos 8, 31 – 38
31 Jesús comenzó entonces a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre sufriera mucho y fuera desechado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y que tenía que morir y resucitar después de tres días. 32 Esto se lo dijo con toda franqueza. Pero Pedro lo llevó aparte y comenzó a reconvenirlo. 33 Entonces Jesús se volvió a ver a los discípulos, y reprendió a Pedro. Le dijo: «¡Aléjate de mi vista, Satanás! ¡Tú no piensas en las cosas de Dios sino en cuestiones humanas!»
34 Luego llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.(L) 35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.(M) 36 Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma? 37 ¿O qué puede dar uno a cambio de su alma?
38 »Si en esta generación adúltera y pecadora alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»

Agenda Evangélica: Salmo 25,1-9; Isaías 5,1-7; Romanos 5,1-5(6-11); Juan 3,14-21; Números 21,4-9 (P)

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print