21° domingo después de Pentecostés, 30° en el año

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más importante y primero de los mandamientos. Y el segundo es parecido a este; dice: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. Estos dos mandamientos son la base de toda la ley y la enseñanza de los profetas.

Mateo 22,37-40

Parece fácil. ¿No? Y sin embargo es difícil de cumplir.

Los fariseos y escribas, con todas sus leyes y mandamientos ataban cargas pesadas a los judíos, imposibles de cumplir, por lo tanto estos ya se consideraban perdidos sin posibilidades de perdón y alcanzar la vida eterna en el Reino de Dios.

Con la venida de Jesús, todo cambió. Con su ejemplo de amor y dedicación al prójimo, demostró que todos tenemos la posibilidad del perdón y tener vida eterna.

Sabemos que ni estos dos mandamientos de Jesús podemos cumplir a cabalidad, pero también sabemos que si creemos en el Jesús resucitado y nos arrepentimos de nuestra vida pecaminosa, recibiremos perdón por medio de su sangre derramada en la Cruz.

Si cada mañana, al levantarnos, oramos pidiendo fuerzas y acompañamiento a Jesús por estos dos mandamientos, podríamos llegar a ser, no perfectos, pero por lo menos más sensibles con nuestro prójimo.

Siempre tenemos la oportunidad de practicar buenas obras por nuestro prójimo. Ser el buen samaritano de la parábola de Jesús (Lucas 10,25-37). Si amamos al prójimo, amamos a Dios.

¿Lo intentamos?

Bendito Dios. Tú eres como un padre para cada uno y para todos juntos. Danos la sabiduría, la paciencia y el amor para que seamos hermanos entre nosotros. Amén.

José Wenninger

Salmo 1; Levítico 19,1-2.15-18; 1 Tesalonicenses 2,1-8; Mateo 22,34-46 Agenda Evangélica: Salmo 119,1-8.17-18; Génesis 8,18-22; 9,12-17; Marcos 10,2-9(10-12)13-16; 2 Corintios 3,3-6(7-9); (P) Marcos 2,23-28

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