3° domingo después de Pentecostés, 13° en el año

Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.

Lucas 9,52-53

Ser migrante es una de las condiciones más precarias de vida dentro del contexto mundial en que vivimos.
Y las reacciones de los pueblos siguen siendo las mismas siempre: “no lo recibieron”, por los motivos que fueran: Nos quitan el trabajo. Traen inseguridad. Son diferentes en costumbres, idiomas. No se adaptan etc.
Dios siempre nos interpela en esta realidad pues de algún modo El mismo eligió la condición de migrante. Después de la liberación de Egipto a través del desierto Dios se movía en una tienda de campaña y su presencia era allí donde estaba su Pueblo. El “Dios con nosotros” también fue un migrante y hoy lo sigue siendo en la vida de tantos que siguen buscando la tierra prometida.
Nuestras iglesias históricas fueron formadas por migrantes y es una gran oportunidad, ser hoy comunidades abiertas a recibir migrantes, a ser tierra prometida donde encontrar descanso para tantas personas que aún deambulan y que no se escuche nunca más: “no lo recibieron”.

Sergio López

Salmo 16; 1 Reyes 19,15-16.19-21; Gálatas 5,1.13-25; Lucas 9,51-62 Agenda Evangélica: Salmo 36,6-10; Isaías 55,1-5; Efesios 2,(11-16)17-22; Lucas 14,(15)16-24; Jonás 3,1-10 (P)

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