5º domingo de Cuaresma (Judica)

Jesús le dijo entonces: -Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá…
Juan 11,25
El ser humano revisa su cuenta, sus platas, luego se derrumba. Se da cuenta que la vida se le va entre sus manos, y solo ha pensado en “ensanchar sus graneros”. Consolidarse. Trata de tener lo que el otro tiene, para darse cuenta que quiere vivir la vida del otro y no la que Dios le ha construido.
Jesús es el Dios eminentemente de la vida; Él es la vida misma, de Él emana el Espíritu, da valor a las cosas, da movimiento y sentido. Y cuando el ser humano ha perdido el rumbo, el Dios de la vida se hace presente generando resurrecciones pues, hace nueva todas las cosas.
No solo resucitaremos en el día final, sino, hoy, se levantan por cientos, por miles, diversos testimonios de personas que han absorbido estas palabras y han visto que sus vidas adquieren un nuevo carácter.
El texto me recuerda la imagen que nos entrega Ezequiel, porque, en ocasiones, se recrean elementos, personas se ven completas, pero no hay vida, instituciones muertas, pero es, en la Palabra, donde hay resurrección, pero además hay vida, dos cosas muy distintas, pues el hijo o la hija de Dios es levantada para realizar aquellas obras que Dios destinó desde el principio de los siglos, y que se manifiestan en la Palabra y en el amor.
Oración: Dios, provoca en nosotros, que tu resurrección, nos de alegría y vida todos los días, y que cuando las circunstancias se vean desfavorables, nunca perdamos nuestra mirada en ti. Amén.

Alexis Salgado R.
Juan 11,1-45

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