2° domingo de Pascua
¡Paz a Ustedes!.
Juan 20,19.21
¿Acaso no has salido de tu ensimismamiento cuando alguien hace notar su presencia con una palmadita o un saludo amable? Algo así sintieron los discípulos y discípulas después de la crucifixión de su amigo Jesús.
El texto del que emana el maravilloso saludo ¡Paz a ustedes! sirve para nutrir y afirmar el significado de la resurrección de Jesús. Escondidos y en tensión, los discípulos escuchan el saludo entre el miedo y la sorpresa. La voz no venía sino de su amigo, ahora presente como el Cristo resucitado. Más allá de un simple saludo, ¡Paz a ustedes! repetida dos veces, esa frase llevaba esperanza para el bienestar emocional, espiritual y físico de sus seguidores.
Aunque habían escuchado que María Magdalena había visto a Jesús resucitado, a los discípulos les costó creer. El suave y amoroso saludo les ayudó a calmar sus mentes y corazones, disipó sus dudas y les permitió recobrar el sentido de seguridad.
Hoy, el resucitado continúa manifestándose amorosamente. Somos amados por Dios y, en la vida de fe, vamos a experimentar desafíos físicos y emocionales que generen miedo. “Paz sea a ustedes” reafirma la seguridad de la presencia de Dios. La paz dada por el resucitado conlleva justicia y ternura.
Dios, gracias porque en tu saludo de paz encontramos seguridad, el pan y las respuestas a nuestras necesidades. Gracias porque en medio del miedo nos aferramos a tus palabras para seguir confiando en ti. Amén.
Patricia Cuyatti Chavez