Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que al ver a Jesús se echó a sus pies suplicándole con insistencia… Esta mujer, al saber lo que se decía de Jesús, se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó la capa…

Marcos 5,22.27

Acérquese, la forma no es obstáculo

Este hermoso pasaje menciona dos personas, de posiciones distantes en la escala social, que se acercan a Jesús. De un lado está Jairo, el poderoso mandamás de la sinagoga, centro social de la comunidad. Del otro lado hay una solitaria desconocida con graves problemas de salud, que gastó todo lo que tenía en tratamientos inútiles.

Pero en esta vida, que muchos consideran injusta, el sufrimiento nos empareja: tanto la mujer como Jairo están desesperados y saben que están jugando la última mano.

Dios también lo sabe y manda el As de espadas entre los pescadores.

Jairo, como rico y famoso, espera un Mesías más amigable con los de su clase. Pero se entera de que el nazareno de los milagros acaba de llegar y no duda: Sale corriendo, literalmente, a buscarlo. Lo encuentra, se echa delante de él y ruega que lo ayude.

La mujer también está limitada: por su enfermedad tiene prohibido acercarse a las personas. Si alguien se entera de que está ahí puede tener graves problemas. Pero Jesús está a dos pasos, y ya se va a lo de Jairo…

Felizmente, cada uno como pudo saltó sus obstáculos, llegó a Jesús y fue atendido.

Querido Padre Celestial: nos conmueve tu ternura y compasión con cada persona que te busca. Sea pobre o rico, no te molestan las formas y todos podemos hallarte. Amén.

Daniel Angel Leyría

Salmo 30; Lamentaciones 3,22-33; 2 Corintios 8,7-15; Marcos 5,21-43

Agenda Evangélica: Salmo 42,2-6; Génesis 50,15-21 (P); Romanos 12,17-21; Lucas 6,36-42

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