2° domingo de Cuaresma (Reminiscere)

Luego llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: “Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.”

Marcos 8,34 (RVC)

En este tiempo de la Cuaresma, en que comenzamos a concentrarnos en la historia de la pasión de Jesús, viene bien resaltar qué significa el “tomar la cruz”.

Hay muchos creyentes que erróneamente afirman que la cruz hace referencia a los sufrimientos que tenemos que pasar en la vida. Por el contrario, el tomar la cruz se trata del inconmensurable amor que se nos invita a imitar que, lógicamente puede traer consecuencias de sufrimiento. En todo caso, la cruz tiene que ver con los sufrimientos de aquellos que de veras se juegan por Cristo y la proclamación de su Palabra en este mundo que trata en todo momento de negarla, ridiculizarla y relegarla.

Jesucristo se sacrificó en la cruz por todos los seres humanos, ahí descubrimos de qué se trata la cruz que se nos invita a cargar. Tiene que ver con tratar de emular el amor de Cristo que incluso llegó a morir por nosotros en una cruz.

Cristo caminó hacia la cruz para otorgarnos no sólo la salvación prometida sino la esperanza. Esta esperanza nos otorga fuerzas para saber que la realidad de este “mundo” no es necesariamente la realidad de Dios. (1 Corintios 3,19) Tenemos la invitación para transformar el mundo con las posibilidades que están a nuestro alcance, eso es tomar la cruz.

Enzo Pellini

Salmo 22,22-30; Génesis 17,1-7.15-16; Romanos 4,13-25; Marcos 8,31-38

Agenda Evangélica: Salmo 25,1-9; Isaías 5,1-7 (P); Romanos 5,1-5(6-11); Juan 3,14-21

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