Domingo 28 de mayo

Sopló y llenó toda la casa donde se encontraban.
Hechos 2,1-21

El texto frente a nuestros ojos en este día de Pentecostés, nos recuerda que así como el aire siempre llena vacíos, así el Espíritu Santo quiere llenar todos los vacíos que hay en nuestra vida. En Isaías 61,1ss: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha consagrado…”.
Al reconocer al Espíritu Santo como el “aire” que precisamos respirar espiritualmente para tener vida plena, debemos también reconocer la necesidad de ser constantemente llenos de Él, tal como nos lo recomienda Efesios 5,18: “No se emborrachen, pues eso lleva al desenfreno; al contrario, llénense del Espíritu Santo”. Existen varias razones para ello: en primer lugar, porque si vivimos por el Espíritu, vamos a estar dando de gracia lo que de gracia hemos recibido (Mateo 10,8) y esto, necesariamente, produce un vacío en nosotros, que por otro lado, el Espíritu Santo quiere y va a llenar porque el que da, recibe más y en abundancia. Otra razón de ello es que cuando estamos viviendo guiados por el Espíritu Santo, nuestra vida es como la luz de la aurora que va en aumento (Proverbios 4,18), y por ende, necesitamos más del Espíritu Santo.
Recuerda hermana y hermano: ¡Qué en este Pentecostés, el Espíritu Santo nos regale comunión con uno mismo, con Dios y con el resto de la Iglesia! Porque es el Espíritu Santo el que origina, sostiene, une, defiende, fortifica y santifica a la Iglesia. Cambia tus acciones con el Espíritu Santo y así el Espíritu Santo cambiará tus deseos y afectos.
¡Feliz Pentecostés!
Daniel Enrique Frankowski

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