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Salmo 16
1 Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
2 Digo a Jehová: «Mi Señor eres tú;
no hay para mí bien fuera de ti.»
3 Para los santos que están en la tierra,
y para los íntegros, es toda mi complacencia.
4 Se multiplicarán los dolores de los que sirven a otro dios;
no derramaré sus libaciones de sangre,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
tú sustentas mi suerte.
6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
y es hermosa la heredad que me ha tocado.
7 Bendeciré a Jehová que me aconseja;
a aún de noche me enseña mi corazón.
8 A Jehová he puesto siempre delante de mí;
porque está a mi diestra, no seré conmovido.
9 Se alegró por tanto mi corazón,
y se gozó mi alma;
mi carne también reposará confiada,
10 porque no dejarás mi alma en el Seol,
ni permitirás que tu santo vea corrupción.
11 Me mostrarás la senda de la vida;
en tu presencia hay plenitud de gozo,
delicias a tu diestra para siempre.
1 Reyes 19:15-16, 19-21
15 Jehová le dijo:
—Ve, vuélvete por tu camino al desierto de Damasco,
y cuando llegues, unges a Hazael por rey de Siria.
16 A Jehú, hijo de Nimsi, ungerás por rey sobre Israel,
y a Eliseo, hijo de Safat de Abel-meholá, ungirás para que sea profeta en tu lugar.
19 Entonces partió Elías de allí, y halló a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando con doce yuntas de bueyes delante de él, y él con la última.
Pasó Elías junto a él y echó sobre él su manto.
20 Entonces dejó él los bueyes, corrió tras Elías, y dijo:
—Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré.
Y él le dijo:
—Ve, vuelve, porque ¿qué te he hecho yo?
21 Volvió, pues, de tras él, y tomando una yunta de bueyes, los mató, y con los arreos de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo, y comieron.
Luego se levantó, y fue tras Elías, y le sirvió.
Gálatas 5:1, 13-25
Libertad en Cristo
1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
La vida por el Espíritu
13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados;
solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne,
sino servíos por amor los unos a los otros.
14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
15 Pero si os mordéis y os coméis unos a otros,
mirad que también no os consumáis unos a otros.
16 Digo, empero:
Andad en el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne.
17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu,
y el del Espíritu es contra la carne;
y estos se oponen entre sí,
para que no hagáis lo que quisierais.
18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
19 Y las obras de la carne son manifiestas,
las cuales son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,
21 envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a estas,
acerca de las cuales os amo advertido, como ya os lo he dicho antes,
que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
22 Pero el fruto del Espíritu es:
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
Lucas 9:51-62
La resolución de Jesús de ir a Jerusalén
51 Aconteció que, cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba,
afirmó su rostro para ir a Jerusalén,
52 y envió mensajeros delante de él; los cuales, habiendo ido, entraron en una aldea de los samaritanos,
para hacerle preparación.
53 Pero no le recibieron, porque su rostro era como de ir a Jerusalén.
54 Cuando lo vieron sus discípulos, Jacobo y Juan, dijeron:
—Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?
55 Entonces, volviéndose él, los reprendió,
56 y dijo:
—El Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas.
Y se fueron a otra aldea.
Condiciones para seguir a Jesús
57 Y aconteció que, mientras iban, un hombre le dijo:
—Señor, te seguiré adondequiera que vayas.
58 Y Jesús le dijo:
—Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos;
pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar la cabeza.
59 Y dijo a otro:
—Sígueme.
Y él le dijo:
—Señor, déjame que primero vaya a enterrar a mi padre.
60 Jesús le dijo:
—Deja que los muertos entierren a sus muertos;
y tú ve y anuncia el reino de Dios.
61 Entonces también otro le dijo:
—Te seguiré, Señor, pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
62 Y Jesús le dijo:
—Nadie que poniendo su mano en el arado mira atrás es apto para el reino de Dios.
Agenda Evangélica: Salmo 36,6-10; Isaías 55,1-5 (P); Efesios 2,(11-16)17-22; Lucas 14,(15)16-24