5° domingo de Cuaresma, Judica

Los que siembran con lágrimas, cosecharán con gritos de alegría. Aunque lloren mientras llevan el saco de semilla, volverán cantando de alegría, con manojos de trigo entre los brazos.

Salmo 126,5-6

La teología bíblica de la liberación nos dice: No hay más esperanza -que en medio de nuestro caminar nos regala las fuerzas necesarias y agudiza nuestros sentidos para vivir y actuar- que la que vemos en Jesús.
¿Qué logra este Señor Jesús con la fuerza de su esperanza? Que toda nuestra vida, aunque esté rica en lágrimas, no sea en balde, sino algo como una siembra, de la cual se pueda esperar una cosecha alegre.
Jesús no ve su propia vida de otra manera: “Les aseguro que si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha.” (Juan 12,24) Jesús mismo se pone bajo este orden y podemos contarnos a los incluidos en esta esperanza, hasta en una vida, que trae muchas inseguridades, cuando parece que todo se quebró, y no sabemos el por qué.
Pero viene un día del cual Jesús dice: “…en aquel día ya no me preguntarán nada.” (Juan 16,23a) Algunos reprochan a la fe cristiana que huye de la realidad actual y que hace esperar a un futuro lejano. ¡Pero es al revés! La esperanza de la resurrección, garantizada en Jesús, es la fuerza más grande, más fuerte para superar los trabajos de cada día. Recuerdo a la familia von Bodelschwingh, que en una pandemia diftérica en 15 días perdió sus cuatro niños. Era una siembra bajo lágrimas. En aquel momento opinaba el padre de familia, que no hubiera sabido que Dios podía ser tan duro.
Pero la potencia de la misericordia que salió después de esta siembra de lágrimas, dio a innumerables personas la esperanza de soportar una vida áspera. Desde aquí este salmo se convirtió en un salmo preferido de la fundación de Bethel, lugar con más de cuatro mil enfermos cerca de Bielefeld.

Wilhelm Arning

Salmo 126; Isaías 43,16-21; Filipenses 3,4b-14; Juan 12,1-8 Agenda Evangélica: Salmo 43; Génesis 22,1-14(15-19); Hebreos 5,(1-6)7-9(10); Marcos 10,35-45 (P)

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