19° domingo después de Pentecostés, 27° en el año

Unos fariseos se le acercaron y, para ponerlo a prueba, le preguntaron si le estaba permitido al esposo divorciarse de su esposa.

Marcos 10,1

Recuerdo, cuando realicé el curso de confirmación allá por el año 1989 (en Ramírez Entre Ríos), y tenía para leer el Escudo de la Fe, ya en ese tiempo tenía sus años. Pero me acuerdo y me quedó muy grabado, donde se refería a la bendición nupcial. Hablaba de que como iglesia bendecíamos esa unión y pedíamos que Dios los acompañara para que puedan estar juntos como pareja.

Cuando nos enamoramos y casamos, no lo hacemos pensando que puede ser por un tiempo, o hasta que me canso y me voy. Lo hacemos sabiendo que toda relación no es fácil, que debemos tener paciencia, acompañarnos, estar dispuestos a renunciar a nuestros egoísmos, y que toda convivencia en cualquier nivel de la vida no es sencilla.

El Escudo de la Fe, decía también que como iglesia entendemos que una relación de unión, por diversos motivos pueden terminarse, y que nuestra tarea como iglesia es acompañar ese proceso.

En Argentina se aprobó la ley de divorcio en 1987 y fue muy importante, ya que esto significa un alivio para muchas familias, especialmente para muchas mujeres que sufrían y sufren violencia en todas sus formas, poniendo fin así a relaciones no sanas. Nuestra iglesia siempre tuvo una mirada muy abierta, muy clara, y especialmente muy liberadora y sanadora sobre las parejas. No en contra de las Escrituras, como el texto de hoy nos hace pensar sino a favor de la vida plena, y entendiendo que el texto tiene un contexto y que la Biblia no debe leerse literalmente.

Javier Gross

Salmo 8; Génesis 2,18-24; Hebreos 1,1-4; 2,5-12; Marcos 10,1-16

Agenda Evangélica: Salmo 1; Éxodo 20,1-17; Efesios 5,15-20; Marcos 10,17-27 (P)

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