Yo soy la puerta de las ovejas.
Juan 10,1-10

En el Evangelio de hoy Jesús nos habla y nos dice: “Yo soy la puerta”. Al usar la imagen de la puerta Jesús recuerda la antigua costumbre cuando los pastores pasaban la noche en el campo con sus ovejas y para que ninguna se la pierda, hacían un corral provisorio con algunas estacas y algo así como unas redes, dejando una “abertura”, donde se solía acostar el pastor haciendo él mismo de puerta. Es esta imagen a la que Jesús se refiere al decir que él es la puerta por la que pasan las ovejas.
Pasar la noche en lugar abierto o dormir en un lugar que no tiene puertas genera inseguridad, nos da miedo. Para evitar esa sensación, cerramos la puerta por las noches, porque nos da cierta tranquilidad, paz y seguridad. Por la mañana, la puerta es el lugar por el que pasamos para salir e ir a nuestras tareas cotidianas.
Jesús dice que él es la puerta y el que por Él entra estará a salvo, y entrará y saldrá y hallará pastos. Jesús es la puerta; Jesús es el acceso a Dios. A través de esa puerta podemos ir y venir libremente sin impedimentos; y poder ir y venir libremente, sin impedimento es la manera de describir una vida en paz, totalmente segura y a salvo. Cuando uno puede entrar y salir sin miedo en su casa o en su país, eso quiere decir que hay paz.
“Yo soy la puerta; el que por mí entra, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. (Juan 10,9-10)

Ricardo Adolfo Becker

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