4° domingo de Cuaresma
El hijo le dijo: “Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo”.
Lucas 15,21
El valor del arrepentimiento y el perdón: En nuestra sociedad actual, donde el orgullo, la autosuficiencia, la competencia y el éxito financiero son altamente valorados, la parábola nos invita a reflexionar sobre la importancia del arrepentimiento genuino y la humildad. Reconocer nuestros errores y buscar el perdón requiere valentía y nos define como humanos en el proceso de crecimiento personal.
El amor incondicional: El padre en la parábola simboliza el amor incondicional de Dios. En nuestra sociedad, donde el amor a menudo se valora en función del éxito y se asocia con condiciones y expectativas, este relato nos desafía a amar y aceptar a los demás sin reservas, tal como son, incluso cuando cometen errores.
El resentimiento y la comparación: El hijo mayor representa a quienes pueden sentirse olvidados o injustamente tratados. En la vida contemporánea, la comparación con estándares sociales, económicos, profesionales, entre otros, es común en la evaluación del éxito. Compararse con los demás y sentir envidia o resentimiento se ha convertido en una parte casi inevitable de nuestras vidas. La parábola nos invita a valorar nuestras propias bendiciones y a celebrar las de los demás sin hacer comparaciones.
La redención y la segunda oportunidad: En un mundo que suele juzgar y condenar rápidamente, esta parábola nos invita a dar y recibir segundas oportunidades, reconociendo que todos tenemos el potencial de cambiar y mejorar.
La comunidad y el regreso: La alegría del padre y la celebración con la comunidad resaltan la importancia del sentido de pertenencia y del regreso al hogar. En nuestros tiempos, marcados por el aislamiento y la alienación, este pasaje nos recuerda el valor de la comunidad, la familia y el hogar como lugares de acogida y restauración.
Andrea Kalmbach