21º domingo después de Pentecostés, 31º en el año
Hoy ha llegado la salvación a esta casa, por cuanto este hombre también es hijo de Abraham.
Lucas 19,9
El marido llega apurado a casa, apenas saluda a su mujer, rápido, rápido… La mujer lo enfrenta y dice: “¿qué te apura tanto?” “¡Pronto! Que las cocineras preparen mucha y buena comida, hoy vendrá mucha gente… apresúrate”. En la casa todos corren… Hacia la tardecita llegan los invitados, Jesús y los doce. La mujer comprende por fin el apuro de su marido. Se sientan a la mesa, y Jesús dice: “Hoy ha venido la salvación a esta casa”.
Era la casa de Zaqueo, aquel odiado hombre de Jericó que recaudaba impuestos para la ocupación romana. Como nadie le hacía lugar para poder ver a Jesús, se sube a un árbol. Y allí, escondido entre el follaje, lo ve Jesús: “Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que quedarme en tu casa”. “Tengo que”, dice Jesús. Y tiene que ser “hoy”.
Todos sabemos lo que Zaqueo prometió después. Pero, ¿qué quería decir Jesús con “hoy ha venido la salvación a esta casa”? Antiguamente, y ya lo vemos en el antiguo Testamento, “casa” era lo que hoy decimos “familia”. Josué por ejemplo afirma: “Yo y mi casa serviremos al Señor” (Josué 24,15). Más tarde, Pablo dirá al carcelero en Filipos (Hechos 16,31): “Cree y serás salvo tú y tu casa”.
Es una bella promesa: Si uno de la familia cree realmente, la salvación puede alcanzar a toda su familia, su casa. Pero hay otra cosa. Hoy ha venido la Salvación a esta casa… Jesús se refiere a sí mismo. ÉL es la Salvación, que viene a nuestras casas, a nosotros, a nuestras familias…
Señor, concédenos la gracia de poder creer grandemente en ti, y así también nuestra casa pueda alcanzar la salvación que viniste a ofrecer a todos los seres humanos, a todo el mundo.
Luisa Krug
Salmo 32,1-7; Isaías 1,10-18; 2 Tesalonicenses 1,1-4.11-12; Lucas 19,1-10 Agenda Evangélica: Salmo 119,1-8.17-18; Génesis 8,18-22; 9,12-17; 2 Corintios 3,3-6(7-9); Marcos 10,2-9(10-12)13-16; Cantares 8,6b-7 (P)