8° domingo después de Pentecostés, 18° en el año

Esto les digo: No se preocupen por lo que han de comer para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. La vida vale más que la comida, y el cuerpo más que la ropa.

Lucas 12,22

Voy caminando por la calle y me detengo en una vidriera a ver zapatos. Quiero comprarlos, pero están bastante caros y hay que cuidar el bolsillo. ¿Y si tuviese la plata? Si me encuentro ahora mismo en la calle la cantidad justa que necesito, ¿qué cambiaría?
Estamos doloridos por el hambre, los incendios, la pobreza, pero el cambio que podemos hacer es grande si solo decimos: un momento. Un momento para pensar qué hay detrás de la ropa y de la comida. Cuántos litros de agua se usaron, cuántos bosques fueron talados, cuántos niños y mujeres esclavizados. Solo un momento es necesario para reflexionar y pensar si realmente lo necesito.
Jesús nos enseña que de nada nos sirve acopiar riquezas si somos pobres delante de Dios.
Guíanos para respetar nuestros cuerpos que son el templo del alma, a gozar la vida que nos diste, a cuidar la naturaleza que es única y a velar por nuestros hermanos y hermanas que están sufriendo.
La voz del mundo puedes ser, canción al triste entonar, tu casa al solitario abrir, pan al hambriento puedes dar. (Canto y Fe, N° 319)

Angie Stähli

Salmo 49:1-11; Eclesiastés 1,2.12-14; 2,18-23; Colosenses 3,1-11; Lucas 12,13-21 Agenda Evangélica: Salmo 107,1-9; Éxodo 16,2-3.11-18; Hechos 2,41-47; Juan 6,1-15 (P)

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