Jesús les dijo otra vez: “¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes”. Y sopló sobre ellos, y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”.

Juan 20,21-22

Hoy, domingo de Pentecostés, es un día de fiesta porque celebramos el cumpleaños de la iglesia. En el relato sugerido para hoy vemos que Jesús Resucitado transmite el Espíritu Santo a sus discípulos para llevar adelante la misión. Los envía al mundo a continuar con la tarea que él hacía mientras estaba físicamente con ellos, que consiste en compartir el evangelio y servir al prójimo. Gracias al testimonio de aquellos discípulos y a las siguientes generaciones esa buena noticia llegó a nosotros.

También a nosotros nos envía el Señor a compartir el evangelio en palabras y obras, proclamación y diaconía, en especial con quienes sufren en nuestra sociedad. A esos discípulos, reunidos con las puertas cerradas por miedo a las autoridades, les exhorta a salir de las cuatro paredes al mundo. Así también a nosotros nos envía a salir de la comodidad de nuestra casa y del templo al mundo, allí donde desarrollamos nuestra labor cotidiana, en el trabajo, en la calle, con nuestras/os amigas/os y también a quienes están más allá de nuestro círculo cercano. A colaborar con las instituciones que trabajan por mejorar las condiciones de vida de las personas, que defienden los derechos de la gente. No estamos solos en esta tarea pues Jesús nos infunde su Espíritu, y con él sus dones, dándonos sabiduría, fortaleza, valor y coraje para que no tengamos miedo de enfrentar, denunciar y contrarrestar los poderes del mal, y dar testimonio de Jesús, el Resucitado y nuestro Salvador.

Enviado soy de Dios, mi mano lista está a construir con él un mundo fraternal. Los ángeles no son enviados a cambiar un mundo de dolor en un mundo de paz. Me ha tocado a mí hacerlo realidad; ayúdame, Señor, a hacer tu voluntad. Amén. (Canto y Fe No 150)

Bernardo Raúl Spretz

Compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print
magbo system