Trinidad
Los once discípulos se fueron a Galilea y cuando lo vieron, lo adoraron. Pero algunos dudaban
Mateo 28,16-20

Los discípulos fueron las personas más cercanas a Jesús. Caminaron juntos durante su ministerio y pudieron hacerle preguntas en las conversaciones que mantuvieron con él. Fueron los que mejor lo conocieron. Así y todo, el evangelista Mateo nos dice que algunos de ellos dudaron al ver a Jesús resucitado. No es de extrañar, era una situación extraordinaria. A pesar de que Jesús se los había anunciado y había tratado de prepararlos para ese momento, no fue suficiente.
¿Quién no dudaría frente a un hecho tan alejado de lo que conocemos como “normal”? Los avances de la ciencia médica posibilitan, en la actualidad, que se pueda hacer funcionar un corazón unos minutos después de que deje de latir, pero no días después. No es de extrañar que algunos de los discípulos hayan manifestado dudas al verlo aparecer un tiempo después de verlo morir colgado en la cruz. Hasta para nosotros hoy sería algo muy extraño, fuera de lo normal, y más de uno dudaría. Dudar está bien, está bien comprobar que no haya engaños o trucos, pero Jesús no engañó ni usó trucos.
Los que aceptamos a Jesús, tenemos la certeza en su resurrección basada en los escritos de los evangelistas y en nuestra fe. Sin fe, podemos conocer la Biblia entera y no creeríamos nada de lo que allí se nos relata.
Señor, te pedimos que nos des una fe muy firme para poder alabarte y no dudar de tu amor. Amén.

Beatriz Gunzelmann

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