3° domingo de Pascua
Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les preguntó: “Muchachos, ¿no tienen pescado?” Ellos le contestaron: “No”. Jesús les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca, y pescarán”. Así lo hicieron, y después no podían sacar la red por los muchos pescados que tenía.
Juan 21,4-6
El texto de hoy se encuentra al final del Evangelio de Juan. No se trata del relato de la pesca milagrosa, pero sí alude a volver a echar las redes.
Jesús resucitado se aparece a algunos discípulos por tercera vez, quienes lo miran con cierta desconfianza pero hacen lo que les indica: vuelven a echar las redes al mar. ¿Y cómo terminó la historia? Como siempre, por supuesto, sacaron tantos peces que tuvieron que pedir ayuda a más personas para cargarlos.
Jesús acompaña a los discípulos después de este encuentro y le pregunta a Simón Pedro si lo ama. Después de las afirmaciones del discípulo, Jesús le hace un pedido en tres formas diferentes pero estrechamente vinculadas: “Apacienta mis corderos” (v. 15), “pastorea mis ovejas” (v. 16), y “cuida de mis ovejas” (v. 17). La versión Reina Valera utiliza los verbos apacienta, pastorea, cuida; palabras que podrían utilizarse como sinónimos pero también indican un proceso y una evolución en el cuidado.
¿Cómo nos interpela el texto de Juan actualmente? ¿Somos conscientes de que Jesús nos invita nuevamente a echar las redes? ¿Qué hacemos frente a su propuesta? ¿Nos animamos a ser parte del grupo de personas que cuidan a otras? “Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre” (Canto y Fe número 282).
Javier Gross