13° domingo después de Pentecostés, 23° en el año
Así pues, cualquiera de ustedes que no deje todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo.
Lucas 14,33
De joven participé de un megaevento evangelístico en un estadio. Y durante el mismo un sueño: que nuestros templos se llenen así domingo tras domingo. Pero volviendo en sí, la pregunta, ¿cuántos se quedarán después realmente en una iglesia?
Creo que no necesitamos del show al estilo de esos programas de televisión. Jesús no sueña, si no vende ilusiones falsas. Él no es político que mide el éxitos o el ranking. Él es realista y no quiere levantar falsas expectativas.
La gente estaba entusiasmada con Jesús, por diversas cosas. Cada uno tenía una razón: había sido alimentado, sido sanado, escuchó buenos consejos, etc… Alguno se entusiasmó con la idea de hacerle frente a fariseos, o buscando respuestas a preguntas de la vida. Otros tenían una esperanza de liberación romana. Muchos, como yo en mega evento, por curiosidad y poder decir: “yo estuve en la caravana de Jesús”.
En todos los tiempos hubo quienes corren detrás de todo lo nuevo. Y cuando no les gusta no dudan en abandonar camino y elegir otro.
Preguntémonos de corazón ¿Por qué queremos seguir a Jesús?
De repente, Jesús sorprende a todos: no le interesan las multitudes. Usa palabras duras, pero que deben llegar al corazón…
Jesús te dice las cosas y quiere que seas vos mismo el que tome la decisión: lo sigo o no lo sigo. Nos pone dos ejemplos: Uno sobre la construcción… y otro sobre la guerra.
Jesús nos dice: antes de seguir analicen bien qué implica. ¿Están dispuestos a seguirme? – Seguir es renunciar a algo y se me ocurren dos escenas bíblicas, la del niño que renuncia a su vianda, y la ofrece. Y la otra, contraria, el joven rico. Egoísmo.
Acá la cuestión es muy simple: seguir a Jesús es planificar nuestra vida de tal manera que podamos terminarla en el cielo. Amén.
Pablo Münter
Salmo 1; Deuteronomio 30,15-20; Filemón 1-21; Lucas 14,25-33 Agenda Evangélica: Salmo 147,1-6.11; Isaías 29,17-24; Hechos 9,1-20 (P); Marcos 7,31-37