El que quiera ser el más grande entre ustedes, sea el siervo de todos.
Mateo 23,11

Jesús una vez más está hablándoles a sus discípulos, dándoles instrucciones sobre cómo deberían de comportarse en la sociedad. Ellos no deberían ser como los fariseos que hacían público todo lo que hacían, como para que todos los vieran.
Jesús en cambio, dice que debemos actuar con prudencia, con humildad, con discreción. En una parte de los evangelios, él nos dice que incluso si queremos orar, lo hagamos en nuestra habitación, allí a solas con el Padre, en secreto, promete que en esa situación nuestras oraciones serán oídas.
Como humanos siempre tenemos ese deseo oculto de sobresalir por encima de los demás. Queremos que nos admiren y nos halaguen, pero Jesús una vez más nos dice: ¡NO! Si alguien quiere ser grande, que se haga pequeño. Si alguien quiere ser importante, que sirva a los demás. Y en verdad es así. Cuántas veces nos hemos cruzado con alguna persona y decimos: ¡qué grande es! Su humildad y sencillez la hacen grande.
Que en nuestra rutina diaria de hoy tengamos presente también esta instrucción de Jesús. Que podamos ser grandes, siendo pequeños, siendo siervos de los demás, o sea, sirvamos a los demás, para ser grandes.

Luisa Krug

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