14º domingo después de Pentecostés, 23º en el año

Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Mateo 18,20

Este breve versículo, afirma el encuentro como comunidad reunida en nombre de Jesús. Esto es lo que llamamos la iglesia.

Es preciso recordar siempre de nuevo, así como lo hizo Jesús en su tiempo, que el encuentro de las personas tiene una dimensión humana y tiene asimismo una dimensión divina. Participamos de diferentes ti-pos de reuniones: por ejemplo, el aula de los estudiantes, o los padres de los escolares. O los asociados a un club o cooperativa, o los habitantes de un edificio de departamentos que se reúnen para resolver cuestiones de convivencia, etc. Estamos acostumbrados a separar, a distinguir estos encuentros de una reunión “en nombre de Dios, de Jesús”. Vivimos con dos orientaciones de acuerdo a la sociedad. En lo cotidiano dejamos poco o ningún espacio para la dimensión de la fe religiosa. Luego, en ocasiones especiales, por ejemplo en la celebración del culto dominical, o en una boda o un sepelio o un bautismo, sí damos lugar a la fe.

Las palabras de Jesús significan una promesa: “allí estoy en medio de ustedes”. ¿De qué forma está Jesús entre nosotros? Él está con su ejemplo de amor. Es nuestra práctica de amor, AMOR escrito con mayúscula, por el que el encuentro en su nombre crece y se manifiesta. De este modo, una reunión de trabajo en la fábrica o en el comedor del barrio se vuelve mucho más humana –porque comienza a regir el criterio del amor.

Ruego, oh Dios, que pueda aprender a vivir cada vez más en Tu amor, y a poner en práctica ese amor. Amén.

Bruno Knoblauch

Salmo 119,33-40; Ezequiel 33,7-11; Romanos 13,8-14; Mateo 18,15-20

Agenda Evangélica: Salmo 112; Levítico 19,1-3.13-18.33-34; Lucas 10,25-37; 1 Juan 4,7-12;

(P) Hechos 6,1-7

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