9º domingo después de Pentecostés, 19º en el año

No tengan miedo, ovejas mías; ustedes son pocos, pero el Padre, en su bondad, ha decidido darles el reino.

Lucas 12,32

Sin dudas una importante preocupación dentro de la Iglesia es mantener y aumentar la cantidad del rebaño. Es decir, de los asistentes a los cultos, estudios bíblicos, reunión de damas y otros. Esta preocupación está asentada en el miedo. Miedo a ser cada vez menos, a que en el futuro la iglesia local pueda desaparecer. El Evangelio nos dice que no tengamos miedo y que trabajemos con alegría y devoción ya que el dueño de la cosecha es Dios. Nosotros sembramos con regocijo la Palabra de Vida Abundante y Dios se encargará de hacerla germinar y fructificar. Al igual que el hombre de campo que siembra, y de día y de noche, aun cuando duerme, la planta sigue su proceso de crecimiento. Así la Palabra de Dios sembrada crecerá y dará su fruto de acuerdo a la soberana voluntad de nuestro Creador.
El camino es sembrar, es decir, compartir la Palabra de Dios con confianza plena en sus abundantes promesas de fidelidad y amor hacia sus hijos. Esta actitud tiene su base en que Dios ha decidido darnos parte en su Reino. Todo por su gracia eterna. Entrar al Reino eterno de Dios por nuestros esfuerzos y obras sería imposible. Pero El, en su infinito amor ha decidido dárnoslo como regalo eterno. Esto también lo confirma el Apóstol Pablo: Dios nos salvó y nos ha llamado a formar un pueblo santo, no por lo que nosotros hayamos hecho, sino porque ese fue su propósito y por la bondad que ha tenido con nosotros desde la eternidad, por Cristo Jesús. (2 Timoteo 1,9)

Fabián Pagel

Salmo 33,12-22; Génesis 15,1-6; Hebreos 11,1-3.8-16; Lucas 12,32-40 Agenda Evangélica: Salmo 48,2-3a.9-15; Isaías 2,1-5; Efesios 5,8b-14; Mateo 5,13-16; Marcos 12,41-44 (P)

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