2º domingo de Adviento
Yo, en verdad, los bautizo con agua para invitarlos a que se vuelvan a Dios; pero el que viene después de mí los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco llevarle sus sandalias.
Mateo 3,11
Juan el Bautista, primo de Jesús, era aquél a quien Dios había anun-ciado por medio del profeta Isaías. Juan advertía a todos que se volvieran a Dios, que se arrepintieran y se bautizaran, porque el reino de Dios está cerca. Anunciaba que aquél que vendría después de él, bautizaría con el Espíritu Santo.
El bautismo significa nacer a una vida nueva, una vida en amor, y para vivir delante de Dios en justicia y rectitud. Con el bautismo recibimos la gracia, regalo de Dios, y su amor. También Jesús fue bautizado para dar comienzo a su ministerio.
Por lo tanto, debemos vivir la experiencia del Bautismo con alegría, como fiesta compartida con Dios y en comunidad. Vivir el bautismo como conmemoración de que estamos unidos a Jesús, quien nos bautiza con el Espíritu Santo, y que, por gracia somos llamados hijas e hijos de un mismo Dios. No es un rito o modelo que tengamos que seguir, como los fariseos y saduceos. Ser bautizados también quiere decir que llevemos nuestro testimonio a todos, más en el día de hoy, cuando hay tantas atracciones que nos alejan de Dios, y donde la iglesia ha quedado en último lugar.
Vivamos el bautismo cada día de nuestras vidas con la certeza de que Dios permanece junto a nosotros. Que enfrentemos los desafíos, así como Juan y Jesús, que se enfrentaron a aquellos que no querían a un Dios misericordioso, un Dios de amor.
Que este tiempo de Adviento sea de renovación, y que nos acerque cada día más a Dios. Quiera Dios que cada uno de nosotros reciba a aquél que vino después de Juan, como la promesa cumplida, que nos trae esperanza, paz y amor; que anunciemos su palabra por medio de nuestro testimonio como bautizados en el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Rufina Rapp
Salmo 72,1-2.7-8.12-13.17; Isaías 11,1-10; Romanos 15,1-13; Mateo 3,1-12; Agenda Evangélica: Mateo 24,1-14