Por fin mandó a su propio hijo pensando: “Sin duda respetarán a mi hijo”.
Mateo 21,37
Dios nos envió su hijo y este dio su vida para nuestra salvación. Muchas veces tenemos que realizar una introspección profunda y preguntar si nosotros recibimos de todo corazón al hijo o hacemos como los labradores que lo mataron sin piedad. Cuando estamos en un aprieto o estamos pasando una temporada difícil, si nos acordamos y aferramos a Dios y Jesús, pero cuando nos va viento en popa ¿qué?
Cuando pasamos al lado de una persona en necesidad y hacemos que no la vemos o somos indiferentes a la violencia, la pobreza para nosotros es un índice y los niños en la calle no existen ¿no estamos matando a Jesús todos los días?
Reflexionemos sobre nuestra actitud de vida todos los días y acerquémonos a Dios en forma sincera y espontánea, sin hipocresía. Nuestros hermanos o hermanas en necesidad son nuestros prójimos y hagámosle sentir ello. Hagamos que se sientan bien recibidos y protegidos cuando nos acercamos a ellos. Así podremos mostrar nuestro acercamiento a Dios.
Cerca más cerca ¡oh, Dios de ti! Cerca yo quiero mi vida llevar; cerca más cerca ¡Oh, Dios de ti! Cerca a tu gracia que puede salvar. (“Cerca, más cerca, oh, Dios, de Ti | Canto y Fe N° 252)
Ingrid Mai Pinkes