Domingo de Pascua
…todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar.
Juan 20,9
En medio de su finitud, el ser humano busca trascender de muchas maneras. Tener descendencia, escribir un libro, crear obras de arte, son tan solo algunas expresiones de la necesidad humana de trascendencia. Las religiones también expresan esa necesidad en nociones como la de reencarnar, alcanzar la plenitud en la comunión con lo infinito o resucitar.
El texto escogido para esta reflexión nos trae la primera evidencia de la resurrección de Jesús, seguida de su aparición a María Magdalena, quien le reconoce cuando éste la llama por su nombre. Todo el pasaje aparece marcado por la dificultad de comprender y creer lo que ha ocurrido en el sepulcro. Pero resulta interesante cómo el evangelista explica tal incomprensión, como resultado de no entender que, de acuerdo con las Escrituras, Jesús “tenía que resucitar de entre los muertos”. Es decir, no solo se trata del hecho en sí de haber resucitado, sino de que era necesario que resucitara.
La resurrección es un tema central para la fe cristiana. Y la resurrección de Jesús se convierte en base de la esperanza de que todos los que han creído en él y le han seguido fielmente, también resucitarán. Frente a las muchas señales de muerte y desesperanza que nos rodean en el tiempo presente, estamos llamados a encarnar con toda nuestra fe y nuestro testimonio la esperanza en el triunfo definitivo de la vida sobre la muerte.
Porque Él vive, triunfaré mañana (…). Porque yo sé que el futuro es suyo, la vida vale más y más, solo por Él (Himno “Porque Él vive”, Bill y Gloria Gaither).
Rolando Mauro Verdecia Ávila
Juan 20,1-18