6º domingo de Cuaresma, domingo de Ramos

Esta mujer ha hecho lo que ha podido, ha perfumado mi cuerpo de antemano para mi entierro.

Marcos 14,8

El relato de este domingo nos muestra cómo una mujer irrumpe en la casa de Simón para preparar el cuerpo de Jesús para su muerte. Ella, que seguramente fue alguien que conoció a Jesús, que experimentó su cercanía, que recibió la liberación por su palabra, pudo entender que él iba a morir. Todo lo contrario de los discípulos de Jesús, que se negaban a aceptar su muerte. Es más, se ofendieron porque la mujer había gastado mucho dinero y se lo recriminaron a Jesús.

¡Qué difícil es aceptar la muerte y despedirse de un ser querido; saber que alguien no va a estar más! Podemos negar la realidad de la muerte y seguir como si nada pasara o va a pasar, pero también puede ser una oportunidad para despedirnos, para estar juntos, para cerrar heridas que pudieron haber quedado de otros tiempos, para dar amor al que va a partir y también nosotros recibir amor.

La mujer sabía lo que Jesús necesitaba y ambos pudieron acompañarse en el duelo y prepararse juntos para despedirse, ya que ambos perdían cosas. Porque cuando llega la muerte, a los que quedamos vivos se nos va una parte de nuestra vida.

Cada despedida y cada duelo tienen sus propias particularidades y los que no somos del entorno o círculo íntimo debemos ser respetuosos de ese proceso y no ser discípulos que juzgan sin entender. Quien reconoce la muerte y la acepta como parte de la vida, haciendo el duelo podrá continuar, vivir con sus recuerdos y esperar con fe la resurrección, como lo hizo esta mujer.

Javier Gross

Salmo 31,9-16; Isaías 50,4-9ª; Filipenses 2,5-11; Mateo 26,14-27,66; Agenda Evangélica: Marcos 14,3-9

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