Es Viernes Santo, viernes de silencio decían mis abuelos, y no volaba una mosca, no sonaba el teléfono (porque no había –¿cómo, un mundo sin teléfonos?  Dirían los chicos hoy– y  si lo hubiese habido, a nadie se le ocurriría llamar) radio apagada, tele no había, las conversaciones… mínimas, la comida austera y por supuesto, sin carne. Mi familia no era muy religiosa, pero las costumbres traídas del otro lado de las grandes aguas había que respetarlas y a nadie se le ocurría preguntar acerca del porqué.

Si mi abuela viviese seguro estaría diciendo que Viernes Santos eran los de antes. No entendería el bullicio actual, los negocios abiertos, fútbol, gente aprovechando para hacer turismo. Infructuosamente estaría  buscando algún  rincón silencioso. Creo que tampoco le podría ayudar a encontrarlo. Soy parte de este mundo ruidoso, y aunque todos los años me propongo a buscar esos espacios silenciosos debo reconocer mi fracaso.

Hoy una vez más.

Es Viernes Santo por la noche. Parece cualquier noche. Al menos este año  los helicópteros  no sobrevuelan la ciudad con sus reflectores asustando a la gente.  De todas maneras mi ciudad parece una ciudad sitiada, dicen buscar ladrones y moto chorros. Policías y patrulleros por todas partes. Asustan a la gente. El pecado es tener una gorra puesta, es el color de la piel, es comerse un choripán, andar en moto. Una cultivadora de canabis medicinales acusada de narco… Es pertenecer a una clase social  de la que dicen, roba al menudeo, sin ponerse guantes blancos. Una clase que no tiene mesas de dinero, apenas una mesa, a veces sin comida para los hijos, y no por eso son todos chorros… pero los helicópteros, cuando sobrevuelan, alumbran a todo lo que se mueve y  de noche todos somos sospechosos, a veces de día también.

Viernes Santo. Triste Viernes  Santo. Sin silencio. ¿Logró Ud. hoy silencio en su casa, en su vida?

Hago el esfuerzo  para  resignificar  el sacrificio de Jesús en ésta época de Viernes Santo ruidoso, viernes de fútbol y helicópteros, de sirenas y shoppings. Viernes de muchas familias  y personas en soledad, de ayuno forzoso. Viernes de muchos mirando al costado y de mucho guante blanco en primera fila, celebrando el  Viernes  Santo. También Viernes Santo  para muchas gorras, para muchas mesas  vacías y familias sin trabajo, familias con temor a perderlo. Viernes en cárceles y geriátricos (casi cárceles). Viernes santo para  personas enfermas, para  personas discapacitadas, personas angustiadas  y desesperanzadas. Viernes santo para…para todos, para ti y para mí.

Jesús (también) murió en la cruz por un viernes como este o, justamente como este, después de todo aquél Viernes Santo, el primero, no creo que haya sido muy silencioso.

Y ahora… la larga espera hasta el domingo de resurrección. El de la esperanza y  el de la vida. El que nos dice que no todo está perdido, más bien en el que todo está ganado.

En este espíritu de espera en que todas las cosas serán nuevas que  tendrán una nueva oportunidad es que les deseo unas muy felices pascuas. Porque hubo y sigue habiendo  un Viernes  Santo, silencioso o no, Jesús ha resucitado.

Norberto Rasch.

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